Periódico La Jornada
Lunes 1º de marzo de 2010, p. 3
El mundo literario de México lamenta la muerte del amigo, escritor y traductor Carlos Montemayor, quien rescató del olvido a los pueblos indígenas y defendió las lenguas originarias del país para compartir los espacios académicos, culturales, sociales y políticos. Su fallecimiento deja una huella profunda imposible de llenar al ser considerado el último gran hombre de letras en México
, expresaron a La Jornada, amigos del autor y tenor mexicano.
José Emilio Pacheco, poeta: “La aportación de Carlos Montemayor a la literatura indígena es muy importante. Antes decíamos poesía mexicana y ahora debemos decir poesía mexicana escrita en español, porque el autor de Guerra en el paraíso tuvo una importancia decisiva en que hubiera poesía contemporánea en lenguas indígenas.
A diferencia de otros escritores que tienen unos finales muy tristes, la de Montemayor fue una buena muerte, porque acababa de terminar su libro y hace un par de meses recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Literatura. Me siento muy infortunado de ya no contar con su presencia. Es el último gran hombre de letras de la literatura mexicana.
Ignacio Solares, escritor: “Nos conocimos a los 10 años, jugábamos a las pistolas; siempre fue muy amigo y la pérdida es terrible. La muerte de un amigo es más profunda que el amor sexual, porque un amigo no pide nada y haces tuyos sus logros, y de alguna manera se muere una parte tuya. La novela Guerra en el paraíso es una de las mejores novelas escritas en México, a la altura de la obra de Martín Luis Guzmán, o de Ulises criollo, de José Vasconcelos. Carlos Montemayor deja una huella profunda imposible de llenar; es un escritor único.”
Poniatowska, Glantz...
Elena Poniatowska, escritora: “Los pueblos indígenas pierden a un aliado y un gran admirador. Carlos Montemayor defendió las lenguas originarias de México. Los indígenas pierden a un gran amigo que se comprometió con causas sociales, pues parecía que su vida la iba a dedicar totalmente a la academia. Carlos es reconocido por su famosa obraGuerra en el paraíso, que documentó por su relación con los guerrilleros; era algo muy raro, como la antítesis de todo su conocimiento académico.”
Hugo Gutiérrez Vega, poeta: “Fue un mexicano de excepción; su vida y obra son merecedoras de lo que los liberales llamaban el bien de la República. Su obra tuvo muchas facetas, en primer lugar, su poesía escrita bajo el signo del mes de abril. Su relatos y novelas, cuyo trasfondo eran la realidad sociopolítica del país. Fue defensor de los derechos humanos y de los pueblos indígenas e intermediario en varios intentos de pacificación: en resumen fue rebelde, valiente, excelente prosista, hombre de vasta cultura, magnífico amigo y excelente tenor. Como decía don Jorge Manrique: ‘aunque la vida perdió, dejonos harto consuelo su memoria’.”
Margo Glantz: “Lo conocí cuando llegó de Chihuahua, muy jovencito. Fue mi alumno en la Facultad de Filosofía y Letras; sabía latín, griego; era un estudiante muy activo, y desde entonces establecimos una amistad muy buena, que se mantuvo a lo largo de los años. Luego coincidimos en la Academia Mexicana de la Lengua, donde le pedí que contestara mi discurso de ingreso, lo cual hizo de manera maravillosa. Lamento mucho su muerte; creo queGuerra en el paraíso es una de las novelas políticas históricas más importantes que se han escrito.”
Natalio Hernández, escritor nahua. “La muerte de Carlos Montemayor es una pérdida muy lamentable. Carlos y yo caminamos juntos a lo largo de 30 años, justamente desde 1980 hasta ahora. Juntos organizamos el primer Encuentro Nacional de Escritores en Lenguas Indígenas en 1990. En 1992, Montemayor coordinó una antología con varios escritores en lenguas indígenas. Este libro de ensayos lo publicó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes con el título Situación actual y perspectivas en lenguas indígenas, que se publicó en 1993. Promovimos varios encuentros de escritores, talleres de literatura en lenguas indígenas con los zapotecos, purépechas, nahuas, mixtecos de Guerrero y tzeltales.
“Hace 20 años me dijo: ‘los sabios mayas me han cambiado la visión del mundo, ahora me siento como un pequeño sol dentro del universo; somos tan insignificantes en este mundo, que a veces nos olvidamos y pensamos que somos grandiosos’.
Como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua Española siempre planteó y defendió que las lenguas originarias del país compartieran todos los espacios: académicos, culturales, sociales o políticos. Su labor deja una huella profunda dentro de este desarrollo multicultural y multilingüe de México.
Juan Gregorio Regino, escritor: Fue aliado de todos nosotros; además de su contribución personal, abrir espacios para los escritores indígenas, que nos haya visto como amigos, compañeros, colegas, habla bien de él, porque contrariamente a la visión indigenista paternalista, con la que se han acercado algunos a la literatura de autores indígenas, él lo hizo desde otra perspectiva y eso nos permitió trabajar con él como amigo y compañero.
Jesusa Rodríguez, creadora escénica: “Lo más grave es que sentimos como si perdiéramos parte del territorio nacional. Para México es un desfonde de un pilar de pensamiento, y en un momento tan oscuro para el país como éste, es como si un guía que nos llevaba en esa oscuridad desapareciera. Sin embargo, su voz sigue siendo una luz, y lo que él hereda a México es invaluable. Vamos a extrañar mucho su reflexión diaria de la realidad, porque era un sabio. Nos queda su legado, como esa orientación, como trazo para buscar alguna salida a esta tragedia de México. Cuando alguien se muere decimos que era el único; en este caso era único. Además, porque muy pocos intelectuales se comprometen directamente con las luchas de resistencia como él.”
Del Paso, Tibol, Águeda Lozano...
Fernando del Paso, escritor: Me hubiera gustado mucho haberle manifestado algún día de viva voz el gran respeto y la profunda admiración que siempre le tuve, los pecados por omisión son imperdonables; cuando uno dice algo a alguien que le ofende, se puede obtener perdón; cuando se deja de decir algo, que en justicia lo halague, es imperdonable, porque se pierde en el vacío de lo que nunca fue. Eso es lo que quiero decir
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Patricia Galeana, historiadora: Es una gran pérdida para las letras mexicanas. Habría que destacar su labor tan importante en defensa de los pueblos indígenas. Tuve oportunidad de platicar con él en semanas pasadas y estaba muy contento de que se hubiera traducido la Constitución al náhuatl, y quería que se tradujera también al tzotzil, para que los pueblos de la región zapatista tuvieran acceso a ella. Me parece que esa lucha social que dio es uno de los esfuerzos que lo enaltecen
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Raquel Tibol, crítica de arte: No tuve amistad con él y creo que una vez en la vida le debo haber dado la mano, pero lo siento como hubiera sido muy cercano, por su ideología, por su defensa de los indígenas, de los luchas populares. Fue excepcional.
Gabriel Macotela, artista visual: Lo admiraba muchísimo, aunque nunca tuve la oportunidad de conocerlo. Era maravilloso su sentido crítico, analítico, de la sociedad mexicana, de nuestro realidad. Qué tristeza que alguien con esa visión y profundidad se nos vaya y nos deje más jodidos de lo que estamos. Esas críticas hacen mucha falta en México.
Águeda Lozano, artista visual: Era mi gran amigo, como mi hermanito, le decía. Estoy aturdida. Lo vi hace un mes, frágil, pero se suponía que era otra cosa, no cáncer. Primero está el gran cariño que le tuve, luego el respeto por su obra, su trabajo. Tenía un camino claro, sin concesiones. Esta noticia es algo que no esperaba, porque Carlos tuvo un camino de lucha tan clara, tan abierta, en la que participé con él. Ojalá México no se olvide de esa opinión, de esa libertad. Es muy fuerte para mí este desprendimiento, como amiga, como mexicana.
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