miércoles, 21 de abril de 2010

La poesía es un vicio como la cocaína: José Emilio Pacheco

Madrid, 20 de abril. La poesía es un vicio como la cocaína; uno tiene que trabajar para encontrar tiempo de escribirla, afirmó José Emilio Pacheco (JEP), ayer en Madrid.

En rueda de prensa, acompañado por Ángeles González-Sinde, ministra de Cultura de España, el escritor reveló que cree que su obra nada ha influido en la historia de la literatura mexicana y en la sociedad, seguro que no, aunque me hubiera gustado escribir un poema que sirviera para parar la violencia y la crueldad.

Sin embargo, reconoció que el oficio que eligió, cuando a los seis años ya escribía historias fantásticas y de piratas, ha sido su compañero durante medio siglo.

El poeta se ayudó de un epigrama griego para definir el género literario –la poesía– que lo ha acompañado en los pasados 50 años y lo ha catapultado como uno de los cuatro escritores mexicanos reconocidos con el Premio Cervantes de Literatura.

Según ese texto de hace más de 5 mil años, la poesía es pintura que habla y, la pintura, poesía del silencio, aunque también rubricó la definición que alumbró Juan Gelman hace dos años, cuando estaba en Madrid para recibir el considerado Nobel de la literatura en español: La poesía es un árbol sin hojas que da sombra.

Vocación por la escritura

A sus 70 años, JEP vive una de sus semanas más intensas, pues la entrega del Premio Cervantes 2009 viene precedida de múltiples actividades: desde la reunión con la prensa española este martes, en la que, a su pesar, tuvo que hablar yrepetirse, hasta la cena de protocolo con los reyes y el discurso de recepción del galardón.

Pero José Emilio Pacheco intenta respetar un guión estricto, en el que también hay audiencias públicas con autoridades, entrevistas con medios de comunicación españoles, la entrega de un legado (para ser abierto en cien años) en el Instituto Cervantes y, por supuesto, una visita a la Universidad de Alcalá de Henares, una de las más representativas de España, por su profunda relación con Miguel de Cervantes.

Pacheco se convertirá en el cuarto escritor mexicano en recibir ese galardón, tras ser reconocido por el conjunto de su obra: ensayo, narrativa, traducción y poesía.

Sigue la senda de Octavio Paz, Carlos Fuentes y Sergio Pitol, de quien se acordó por su delicado estado de salud. Al igual que de su entrañable amigo Carlos Monsiváis, también enfermo.

En la concurridísima rueda de prensa, Pacheco, acompañado por su esposa Cristina, habló de su obra y leyó sus poemas La gota y Le telaraña.Además, respondió a numerosas preguntas, incluidas las habituales ante el acontecimiento del próximo viernes –cuando reciba el galardón en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.

A Pacheco se pidió desde develar algunos detalles de su discurso –a lo que se negó categóricamente, para no repetirse– hasta el por qué de su dedicación a la escritura.

“Hay una palabra que se ha perdido por completo, que ya nadie usa, pero que era muy de mis ensayos juveniles, que es la palabra vocación. Se usaba sobre todo en sentido religioso, aunque, afortunadamente, yo no tuve ninguna vocación por el sacerdocio. Pero sí el gusto por escribir. Esta es la versión poética, la versión elegante (…)

La versión realista sin ninguna elegancia es decir todas las cosas para las que no serví nunca: por ejemplo, para el dibujo o una cosa que admiro mucho y que mucha gente sí lo puede hacer, que es escuchar música o una melodía y poder reproducirla en el piano o en la guitarra.

José Emilio Pacheco compartió que cuando habla se siente en un territorio ajeno, que no controla y que le hace sentir cierta incomodidad. “Siento lo que decía Nabokov: ‘yo, si hablo, soy un niño de siete años, si escribo soy un buen escritor’. Carezco totalmente de la capacidad de hablar, necesito ver qué estoy pensando para saber cómo continuo. Por eso recuerdo cuando Sartre se quedó ciego y dijo, yo dejo de escribir en este momento”.

El poeta está satisfecho al constatar que sus libros ocupan las vitrinas de las librerías españolas, desde la antología que editó Tusquets, Tarde o temprano, hasta la del premio Cervantes, que se llama Elogio de la fugacidad.

JEP también habló sobre el estadodesastroso del planeta, en particular la situación de México y la violencia cotidiana que nos invade. “¿Que cómo veo el mundo de hoy? ¡Desastroso! Cuando a finales del año pasado publiqué el libro de poemas Como la lluvia, mucha gente me dijo que era una visión demasiado pesimista, pero si uno mira todo lo que ha pasado en este trimestre –los terremotos de Haití y Chile, la violencia de México– se da cuenta de que todo lo que escribí parece color de rosa, cosas de un optimista absoluto. Lo que está ocurriendo ahora con la nube de ceniza en Europa es nada si se compara con los terremotos o, en el caso de México, con la violencia cotidiana que nos invade. Es algo terrible, y ante eso sí que uno está totalmente desarmado. Qué puedo hacer, escribir un poema sobre los decapitados. Eso en qué va a cambiar la situación; en nada (…)

“Cuernavaca, que era el sitio donde la gente iba a descansar, ahora desde la última semana se ha convertido en una urbe tan terrible como Ciudad Juárez. El lema de Cuernavaca, la ciudad de la eterna primavera, ahora va a ser la ciudad de la eterna balacera.

“Lo que llevamos del siglo XXI se resume en los títulos de dos libros, uno de Dickens y otro de Balzac: Entre grandes esperanzas y Las ilusiones perdidas”.

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