Sábado 24 de abril de 2010, p. 5
Madrid, 23 de abril. José Emilio Pacheco (JEP) reservó sus últimas energías después de un día tan intenso para charlar, distendidamente, con jóvenes lectores y estudiantes de secundaria.
Reconoció, de entrada, su profundo agotamiento después de un sinfín de audiencias, saludos y hasta el desgaste del nerviosismo previo a pronunciar uno de los discursos más importantes de su vida, el de la recepción del Premio Cervantes 2009.
Sin embargo, no quiso cancelar el encuentro y, más aún, durante más de dos horas habló de muchos temas: desde su difícil pero enriquecedora relación con Octavio Paz, hasta una recomendación para llegar a ser poeta: Leer y escribir mucho, y publicar poco
.
La llamada inspiración
Un numeroso grupo de estudiantes de los colegios madrileños de Montserrat, Lourdes y Begoña tenían reservadas todas las primeras filas de un salón del Círculo de Bellas Artes de Madrid para escuchar y ver a un autor que conocen gracias al premio Cervantes.
Lo primero que se les ocurrió preguntar fue si tenía un taller
o algo parecido donde escribir sus poemas. “No –contestó–, lo que tengo es un ordenador o una hoja de papel y supongo que sí existe eso que llamamos inspiración, porque si no fuera así siempre podríamos escribir bien”.
Y luego, fiel a su modestia, aclaró:Jamás utilizo la palabra poesía cuando hablo de mi obra. Yo escribo versos y eso de poesía dependerá del juicio de ustedes
.
JEP celebró junto con los jóvenes lectores una afinidad entre ambos: la utilización de la computadora, pues –dijo– para escribir versos es la máquina de trovar de la que hablaba Machado
.
Después, el autor de Las batallas en el desierto divagó sobre su relación intelectual con algunos escritores, sobre su importancia al leerlos y al conocerlos. Fue entonces cuando reconoció susorpresa
y cierta decepción
cuando descubrió que Jorge Luis Borges podía ser al mismo tiempo un gran escritor que una persona terrible, capaz de hablar pésimas cosas de su mejor amigo
, Adolfo Bioy Casares. Eso mismo le ocurrió con Octavio Paz, con quien tuve una amistad difícil, pues era una persona que trataba a sus admiradores y colaboradores como lacayos y de forma muy déspota
. Pero, añadió, los últimos años de su vida, por fortuna o por tristeza, tuvimos una relación estupenda
.
Al preguntársele por qué habla tanto del tiempo
en sus poemas, Pacheco respondió: Porque ese es el tema de toda la poesía, el paso del tiempo
.
Además, para el anecdotario, reconoció que una persona le pidió –casi exigió
– que cuando estuviera frente al rey Juan Carlos y éste le entregara el premio Cervantes, que lo que tenía que hacer era devolverlo y decirle que no aceptaba nada de ninguna monarquía.
Y, finalmente, cuando un joven tímido le preguntó qué debía hacer para ser un poeta y vencer el miedo y el pudor de enseñar lo que escribía, JEP le recomendó: Hay que leer mucho, escribir mucho, y publicar poco, lo menos posible
.
Y así, agotado tras un día en el que se convirtió en el premio Cervantes número 35, Pacheco se fue con su inseparable bastón a descansar al hotel y a buscar el momento para, de una vez por todas, ponerme otra vez a escribir
.
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