Gore Vidal no sólo se lamenta por la muerte de quienes lo rodeaban y por su decaimiento, sino por su patria. A los 83 años, ha vivido la tercera parte de la existencia de Estados Unidos. Si alguien encarna el siglo estadunidense que terminó, es él. Fue el más grande ensayista de su país, uno de los novelistas de mayor éxito y el alma de todas las fiestas.
Y sin embargo ahora, dice, está claro que el experimento estadunidense ha sidoun fracaso. Fue todo para nada. Pronto el país ocupará un lugar entre Brasil y Argentina, que es el que le corresponde. El imperio sufrirá un colapso militar en Afganistán, la nación se derrumbará en lo interno cuando Obama sea destruidopor el manicomio y los chinos se presenten a cobrar lo que les deben. Un Estados Unidos en ruinas será entoncesla carga del hombre amarillo, y los chinos nos pondrán a jalar corriendo sus carritos o cualquier medio de transporte que tengan.
Lo acercan a la barra y le sirven un escocés. “Yo estaba igual que todos cuando Obama fue electo: optimista. Todo lo que habíamos dicho de la integración racial quedaba reivindicado –dice–, pero es un incompetente. Será derrotado en la relección. Es una pena porque es el primer presidente intelectual que hemos tenido en años, pero no sabe enfrentar las cosas. No se lo propone. Está abrumado. ¿Y quién no? Estados Unidos es un manicomio. Deberían encerrarnos a todos… y ahora nos están echando afuera. Ya nada tiene sentido”. El presidente quiere agradar a todos, y creía que para eso bastaba con hablar con la razón. Pero recuerden: el Partido Republicano no es un partido. Es un estado mental, como la Juventud Hitleriana. Está lleno de odio. No es posible subir al barco a los republicanos. No hay ni que intentarlo. La única forma de lidiar con ellos es aterrarlos. Obama es demasiado delicado para eso.
Menea la cabeza al comparar a Obama con su viejo amigo Jack Kennedy. Es dos veces más intelectual que Jack, pero Jack conocía el gran mundo. Recuerden que pasó mucho tiempo en la armada, perdiendo barcos. Este muchacho [Obama] jamás ha oído un arma disparada con rabia. Los generales lo toman por sorpresa, le dicen mentiras y él las cree. No ha hecho nada. Si uno se enfrenta a un gran problema de química, encontrar el gas perfecto, gasear una población, pasará mucho tiempo sin saber si funcionará: tiene que guiarse por lo que otros digan. Así es Obama. No está preparado para el primer plano y está recibiendo demasiada atención todo el tiempo.
¿Hay esperanza? “Todos los signos que veo son de condena. Pero la gente me dice –adopta una voz chillona, nasal–: ‘ay, señor Vidal, es usted muy negativo. ¿No puede decir algo bueno de Estados Unidos? Es un país maravilloso; todos quieren vivir aquí’. ¿De veras? ¿Cuándo fue la última vez que vio a un noruego con su tarjeta verde que quisiera venir aquí atraído por la atención a la salud? Le pago si encuentra uno.”
Y sin embargo ahora, dice, está claro que el experimento estadunidense ha sidoun fracaso. Fue todo para nada. Pronto el país ocupará un lugar entre Brasil y Argentina, que es el que le corresponde. El imperio sufrirá un colapso militar en Afganistán, la nación se derrumbará en lo interno cuando Obama sea destruidopor el manicomio y los chinos se presenten a cobrar lo que les deben. Un Estados Unidos en ruinas será entoncesla carga del hombre amarillo, y los chinos nos pondrán a jalar corriendo sus carritos o cualquier medio de transporte que tengan.
Lo acercan a la barra y le sirven un escocés. “Yo estaba igual que todos cuando Obama fue electo: optimista. Todo lo que habíamos dicho de la integración racial quedaba reivindicado –dice–, pero es un incompetente. Será derrotado en la relección. Es una pena porque es el primer presidente intelectual que hemos tenido en años, pero no sabe enfrentar las cosas. No se lo propone. Está abrumado. ¿Y quién no? Estados Unidos es un manicomio. Deberían encerrarnos a todos… y ahora nos están echando afuera. Ya nada tiene sentido”. El presidente quiere agradar a todos, y creía que para eso bastaba con hablar con la razón. Pero recuerden: el Partido Republicano no es un partido. Es un estado mental, como la Juventud Hitleriana. Está lleno de odio. No es posible subir al barco a los republicanos. No hay ni que intentarlo. La única forma de lidiar con ellos es aterrarlos. Obama es demasiado delicado para eso.
Menea la cabeza al comparar a Obama con su viejo amigo Jack Kennedy. Es dos veces más intelectual que Jack, pero Jack conocía el gran mundo. Recuerden que pasó mucho tiempo en la armada, perdiendo barcos. Este muchacho [Obama] jamás ha oído un arma disparada con rabia. Los generales lo toman por sorpresa, le dicen mentiras y él las cree. No ha hecho nada. Si uno se enfrenta a un gran problema de química, encontrar el gas perfecto, gasear una población, pasará mucho tiempo sin saber si funcionará: tiene que guiarse por lo que otros digan. Así es Obama. No está preparado para el primer plano y está recibiendo demasiada atención todo el tiempo.
¿Hay esperanza? “Todos los signos que veo son de condena. Pero la gente me dice –adopta una voz chillona, nasal–: ‘ay, señor Vidal, es usted muy negativo. ¿No puede decir algo bueno de Estados Unidos? Es un país maravilloso; todos quieren vivir aquí’. ¿De veras? ¿Cuándo fue la última vez que vio a un noruego con su tarjeta verde que quisiera venir aquí atraído por la atención a la salud? Le pago si encuentra uno.”
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