En punto de las 12 horas del sábado 3 de junio de este año,
entre aplausos y vítores, arribó al auditorio del Centro Cultural San Pablo,
Paco Ignacio Taibo II para presentar su libro La gloria y el ensueño que forjó una patria.
Sin preámbulo y con lenguaje ágil e incisivo, el connotado
escritor mexicano adelantó que no escribe para que lo recuerden o para tener
reconocimiento sino que su intención es cambiar el mundo. Luego habló de su
libro Patria, y dijo que no se
propuso hacer una biografía de Juárez pues “hay cientos y malísimas, con muchos
errores y con lenguaje acartonado, sino un reencuentro con los hombres que
forjaron México”.
Taibo, autor de la crónica Yakis y creador de la nueva novela negra en español, estableció que
“México en tan solo 15 años vio sacudido
por la Revolución de Ayutla, que acabaría con la dictadura de Santa Ana; la
batalla por la constitución de 1857, el golpe miliar y la Guerra de Reforma, la
intervención anglo-franco-española, la agresión militar francesa y la Guerra de
Guerrillas contra el imperio de Maximiliano”.
Provocador, el Premio Nacional de Historia del INH, remarcó
que “Los protagonistas de la resistencia, de la republica armada, fueron una
generación de ciudadanos endiabladamente inteligentes, agudos, esforzados,
laboriosos, personajes terriblemente celosos de su independencia y espíritu crítico,
honestos hasta la absoluta pobreza. Los liberales puros, los llamados rojos”.
Luego va de Juárez a Melchor Ocampo, de Guillermo Prieto a
Santos Degollado y a Mariano Escobedo, y al general y sastre Ignacio Zaragoza. “Juárez
no tenía escolta y Santos Degollado, en los momentos de paz, remendaba los
uniformes de sus soldados. Escobedo no quería ser general. ¡Por qué no
quererlos, chingao!”. Sobre Porfirio Díaz dijo que fue un gran defensor de
México, que por ahora no quería hablar mal de él. No obstante, irónico, expresó
que fue la participación más álgida de Díaz por la patria, luego Taibo diría que
cuando Juárez estaba saliendo de la capital, debido a que se acercaban las
fuerzas conservadoras, e iba a ser custodiado por su paisano, no confió en
Porfirio Díaz y salió sin su compañía.
De una visión particular a una general del México del siglo
XIX, y enseguida la proyección al siglo XXI, y en medio de carcajadas de
público por sus ocurrencias relacionadas con el sistema corrupto y depredador,
dijo que por vejez o de antas ganas de fumar sus conferencias son solo de una
hora.
Al poco salió entre aplausos y con un público todavía expectante.
Se fue al jardín del Centro Cultural para firmar los ejemplares que el público
adquirió en la antesala del auditorio. Una mujer lo cuestionó sobre su adicción
al refresco gringo, pero sin acongojarse Taibo solo dijo: “Me gusta y como dijera
el Che, no tiene nada de malo, lo que hay que hacer es expropiarlo”.
(Abel Ruiz López)
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