martes, 7 de octubre de 2014

Declaración de CB

Además de gustarme las mujeres, también me gustan los hombres.
El mundo en que vivo me dice que debo elegir sólo un tipo de atracción, que no hay otra opción; pero sí la hay, no existen sólo dos maneras de ser, sino muchas.
Por algún tiempo traté de ajustarme al mundo, traté de “componer” lo que yo era, de mantener alejado al demonio, de negar lo que quería/necesitaba.
Mi tendencia hacia las mujeres ha sido dominante, una constante en mi vida. Mi tendencia hacia los hombres, ahora lo reconozco, ha sido una marea: a veces casi desaparece, a veces amenaza con ahogarme. Pero la palabra “bisexual” se atora en mi garganta, prefiero pensar que soy “complicado”.
Tal vez sea cuestión de oportunidad, necesito detectar a alguien que me complemente, que irradie esa energía que necesito, esa luz que pueda cubrir mi oscuridad.
Mi matrimonio, mi fuente emocional, es el pretexto para mantener superficiales mis relaciones, para que mi hambre sea por más no por mejor, evito los sentimientos por sus posibles consecuencias y así evito también conocerme más profundamente; sólo cuando la emoción me ataca por sorpresa me he encarado con el que soy en realidad – y me asusta.
La atracción por los hombres está aún ahi, junto con la atracción por las mujeres. A veces he tratado de ponerla en práctica, casi siempre con el apoyo de copiosas cantidades de alcohol, pero me siento un fraude, oportunista y expuesto al peligro.
Sin importar cuanto bebiera, no puedo liberarme completamente de la incomodidad de pensar en el cuerpo de otro hombre, musculoso y peludo, mas tallo que flor – demasiado parecido al mío propio. En esos momentos sentía la atracción por la forma femenina: facciones suaves, curvas llenas y piel lisa, aroma dulce, la risa. Algo dentro de mí añoraba esas sensaciones y no aceptaba sustitutos.
Sucedió lo impensable: siento la necesidad de compartir mi intimidad con otro hombre.Demasiado tarde, este sentimiento llegó demasiado tarde; no hay oportunidad de merecerlo ni tiempo para vivirlo. Por una combinación de circunstancias, nuevas para mí, existiendo la posibilidad de sexo no la quiero sin la ilusión del sentimiento.
Ésa es mi cruz, una cruz torcida.
He tenido que aceptar un hecho contraintuitivo: mi atracción por las mujeres está plenamente desarrollada – puedo hacer el amor y enamorarme – pero mi atracción por los hombres aún está evolucionando. No tengo deseo de someterme y solo un poco de conquistar, probablemente producto de años de duda continua, de negación o castigo propio.
En este momento me encuentro abierto a la evolución de mis atracciones, pero no trataré de forzar su establecimiento; con el tiempo, espero aceptarlas, fluidas y con preferencias, como sean.
Tengo que revisar esta construcción que constituye lo que parezco ser, determinar quien soy. Quitar lo que sobre, buscar lo que necesito, para que la próxima vez – sí, la próxima vez – pueda dejar entrar a la persona y que ésta encuentre un lugar limpio y en orden.

----Manuel Moreno
----propue@yahoo.com


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