Periódico La Jornada
Miércoles 7 de agosto de 2019, p. 3
Nueva York/París. La escritora Toni Morrison, precursora y gigante de la literatura moderna cuya imaginación desbordante expresada en obras como Beloved y Song of Solomon (La canción de Salomón) transformó las letras estadunidenses, falleció. Tenía 88 años.
La primera autora afroestadunidense y única hasta ahora en recibir el Premio Nobel de Literatura, Morrison, descendiente de una familia de esclavos, dio visibilidad a la literatura de su comunidad.
También fue la primera negra en obtener una cátedra en la Universidad de Princeton, santuario reservado durante mucho tiempo a los hombres blancos.
Morrison murió el lunes por la noche en el Centro Médico Montefiore en Nueva York. Su familia dijo en un comunicado, distribuido por la editorial Alfred A. Knopf, que padeció una breve enfermedad.
‘‘Toni Morrison falleció serenamente anoche rodeada por familiares y amigos’’, se informó. ‘‘Fue una madre, abuela y tía extremadamente cariñosa que disfrutaba estar con su familia y amigos. Escritora consumada que amaba la palabra escrita, ya fuera la suya, la de sus estudiantes u otros, leía con voracidad y estaba mayormente en casa cuando escribía’’.
Pocos autores surgieron con un estilo tan rápido y espectacular. Tenía casi 40 años cuando se publicó su primera novela The Bluest Eye (Ojos azules). Para sus 60, tras apenas seis novelas, fue reconocida con el Nobel en 1993, cuando la Academia Sueca la elogió por su ‘‘fuerza visionaria’’ y por indagar en el ‘‘lenguaje mismo, un lenguaje que ella quiere liberar’’ de las categorías de blanco y negro. En 2019 se realizó el documental Toni Morrison: The Pieces I Am.
Dama guapa y perceptiva
Morrison ayudó a colocar el multiculturalismo estadunidense en el escenario mundial y a quitar la censura al pasado de su país, desenterrando las vidas de desconocidos e indeseados y hablando de ‘‘la falta de libertad en el corazón del experimento democrático’’.
En sus novelas, la historia –la historia negra– fue un tesoro de poesía, tragedia, amor, aventura y viejos chismes, ya fuera en un pueblito de Ohio en Sula o en la gran Nueva York, particularmente en Harlem, en Jazz. Consideraba la raza un convencionalismo social y mediante el lenguaje creó el mundo mejor que sus personajes lucharon por obtener. La literatura africana y los relatos de esclavos, la Biblia y García Márquez, todo le sirvió a Morrison para entretejer la más diversa y a la vez armoniosa de las tramas literarias.
‘‘La narrativa nunca ha sido simplemente entretenimiento para mí’’, dijo en su conferencia del Nobel. ‘‘Es, creo yo, una de las maneras principales en las que absorbemos el conocimiento.’’
Ganadora del Pulitzer en 1988 por Beloved, fue una de las presencias más reales en el mundo de los libros, con su gran peinado rasta canoso, la mirada aguda de sus ojos oscuros, y su voz cálida y teatral, capaz de bajar a un misterioso gruñido o subir a un humorístico falsete. Una ‘‘dama guapa y perceptiva”, la llamó James Baldwin.
Sus admiradores fueron incontables: desde colegas autores, estudiantes universitarios, trabajadores y Barack Obama, quien le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad; hasta Oprah Winfrey, quien la idolatró y ayudó a ampliar su base de lectores. Morrison compartía esas opiniones y repetidas veces etiquetó una de sus novelas, Love (Amor), como ‘‘perfecta’’ y rechazó la idea de que los logros artísticos debían aceptarse en silencio.
‘‘Maya Angelou me ayudó sin saberlo’’, dijo Morrison en una entrevista en 1998. ‘‘Cuando ella estaba escribiendo su primer libro, I Know Why the Caged Bird Sings (Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado)yo era una editora en Random House. Ella estaba disfrutando tanto el momento, y jamás dijo: ‘¿Por qué yo? ¿Mi pequeño libro?’’’
‘‘Decidí que... ganar el premio (Nobel) era fabuloso’’, añadió Morrison. ‘‘Nadie me iba a quitar eso y convertirlo en algo más. Me sentí figurativa. Me sentí estadunidense. Me sentí nativa de Ohio. Me sentí más negra que nunca. Me sentí más mujer que nunca. Sentí todo eso, y puse todo eso junto y salí y la pasé bien’’.
Morrison, cuyo verdadero nombre era Chloe Anthony Wofford (apellido del dueño blanco de la plantación que tenía a sus abuelos esclavos), nació en Lorain, Ohio, pueblo acerero a las afueras de Cleveland. Estudió en la Universidad Howard, donde pasaba la mayor parte de su tiempo libre en el teatro, y conoció al arquitecto jamaiquino Harold Morrison, con quien se casó en 1958 y tuvo dos hijos: Harold y Slade; se divorció en 1964.
Aun mientras crecía, creyó que era más inteligente que los niños blancos. Era una alumna de honor que decidió ir a Howard porque soñaba con pasar su vida entre intelectuales negros. Y aunque terminó enseñando en su alma mater, Howard la decepcionó. La vida en el campus se sentía más cercana a una escuela de élite que a una institución de conocimiento.
Mujer en el ámbito editorial
En 1964, Toni Morrison comenzó a laborar de editora en Random House, siendo una de las pocas mujeres negras en el mundo editorial. Los 20 años siguientes trabajó con autores emergentes de ficción como Gayl Jones y Toni Cade Bambara, en las memorias de Muhammad Ali y libros de activistas como Angela Davis y el dirigente de los Panteras Negras Huey Newton. Un proyecto especial fue editar The Black Book (El libro negro),una colección de todo, desde anuncios publicitarios en periódicos hasta letras de canciones que anticipó su inmersión en las vidas cotidianas del pasado.
Para finales de los años 60 era una madre soltera y escritora resuelta que impulsada por su futuro editor, Robert Gottlieb, decidiría si iba a escribir o editar. Sentada en la mesa de su cocina, creó una historia basada en los recuerdos de infancia de una niña negra de Lorain, que deseaba tener ojos azules. Tituló la novela The Bluest Eye. Carecía de agente y fue rechazada por varias editoriales antes de conseguir un acuerdo con Holt, que la publicó en 1969. Las ventas fueron modestas, pero a los críticos les gustó y Morrison pronto firmó contrato con Gottlieb and Knopf, su casa editorial de toda la vida.
Universitaria brillante, Toni Morrison escribió ensayos como Jugando en la oscuridad (Playing in the dark, 1992), en el que desmenuza el lugar del esclavo en la construcción en contraste con la identidad blanca estadunidense.
La escritora afirma nunca haber sido verdaderamente consciente de la segregación hasta que partió en 1949 a la Universidad Howard, la Black Harvard, en Washington.
Ferviente simpatizante de Barack Obama, al día siguiente de la elección de Donald Trump, publicó en la revista New Yorker un artículo titulado ‘‘En duelo por la blancura’’.
‘‘Me gustaría escribir sobre los negros sin tener que decir que son negros. Exactamente como hacen los blancos sobre los blancos’’, repetía con su voz grave y entrecortada por su comunicativa risa.
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