domingo, 10 de febrero de 2019

No te rindas

Diana Sibaja López*

Siempre me ha gustado mi ciudad, estar rodeada de toda esta cultura me hacia sentir
feliz, pero caminando por sus calles me entristecía ver que no lo valoramos, en realidad
estamos inmersos en nuestro mundo, en actividades, en el “yo”. Y siendo sincera había
momentos en que yo recaía en los mismos actos, Pero hubo un tiempo en el que solo
pensé en él, quería tanto saber quién era.
Todo comenzó un día, tan idéntico a los demás o al menos eso parecía. Era otro día en la
escuela de estudiar y aprender. Yo estaba concentrada en mis oraciones de inglés,
recordando como era la estructura, esforzándome.
-esto es muy aburrido. Susurro mi amiga. – o realmente yo no entiendo nada, esto es
absurdo ¿porque hacer esto cuando dentro de una hora no recordare nada?
- ¡sshhh!, no me puedo concentrar, al menos inténtalo un poco.
-bueno si tu lo dices. Contesto ella un poco risueña. Pero de pronto todo cambio y nos
marco a todos ya sea de forma personal o por empatía. No escuche la alarma, nunca supe
si los demás lo hicieron, nunca pregunte, pero las personas murmuran y entre esos
murmullos la respuesta es incierta.
Aquel día ocurrió el terremoto de 7.1, era 19 de setiembre a las 13:14:40 horas. ​ El sismo
que nos vino a devastar apenas doce días después del terremoto de Chiapas de 8.2.
Me encontraba en la segunda planta, mis compañeros salieron corriendo, pero solo
llegaron al pasillo, ya que estábamos en el salón de la esquina, que suerte la nuestra ya
que de los dos salones en la parte superior solo nosotros ocupábamos el nuestro.
De repente todos estábamos abajo, caía, sentí un gran dolor y después todo se oscureció,
se acabaron los gritos, ruidos, los sonidos. No me podía mover quería intentarlo, pero el
cuerpo me dolía aun así empuje los escombros, trate, pero no podía y me estaba dando
por vencida, no sabía qué hacer. De pronto escuche una voz, alguien decía mi nombre.
-Julianne. Alguien susurraba. - ¡Julianne!, dijeron esta vez en un tono más alto.
-Julianne, levántate, vamos, hazlo.
Yo quería hacerle caso a esa voz, pero no podía, ¿acaso no se daba cuenta de que estaba
atorada?
- ¡Julianne!, vamos tu puedes, relaja el cuerpo, si eso es, ahora impúlsate lentamente,
vamos sigue.

Yo le hice caso, me arrastré poco a poco y pude salir, pero había escombros en todas
partes, estaba enterrada y sentí pánico, no sabía qué hacer. A lo lejos escuchaba esa voz,
pero mi pánico solo iba en aumento, hasta que sentí un par de manos cálidas en mis
hombros y lo vi, era un chico, el mismo que había dicho mi nombre y me ayudo a salir.
-Julianne, concéntrate tienes que salir de aquí no tengas miedo, yo estoy con Tigo. Al
escuchar esas palabras, sentí que la fuerza regresaba a mí, por lo que deje el miedo para
después y me concentre.
-bien Julianne. Mira a tu izquierda, donde esta ese pequeño rayo de luz ve hacia él.
Yo me moví, estaba a cuatro patas, por lo que gatie al lugar designado, pero estaba
bloqueado, la salida estaba al otro lado y quise llorar por eso, por la pared que me
separaba de la libertad.
- ¡Julianne!, no llores, rasca, empuja el escombro, así más Julianne, continua, pide ayuda.
Yo grite, ya con mi cabeza por fuera.
-los rescatistas están en camino, aguanta. Me decían, pero el chico me decía que
empujara, que saliera, que lo intentara como lo hice un momento atrás, eso hice logre
liberarme y camine a la seguridad, me aleje de los escombros y en el momento en que
llegue a donde todas las demás personas se encontraban, todo se derrumbó, el lugar en
donde me encontraba hacia solo unos pocos minutos había quedado enterrado por
completo. No me acuerdo muy bien de lo que paso después, todo es vago, solo recuerdo
el hospital, preguntas vagas, la revisión de rutina, pero estaba bien o eso decían los
doctores, debía estar feliz ya que era un milagro que estuviera aquí. Yo no creía que fuera
un milagro, no podía serlo cuando recordaba su cara y sus palabras. El era mi milagro y
debía agradecerle por mi vida.
Las próximas dos semanas fueron un borrón, entre mis padres llorando por mi bienestar y
sobreprotegiéndome, pero era comprensible yo era su única hija. Fuimos al homenaje que
se hizo en nombre de mis compañeros muertos. Todos mis amigos habían muerto, todos
mis compañeros de salón y mi maestra, pero solo ellos, los del salón de al lado no estaban
en ese momento y los de abajo lograron salir a tiempo, pero nosotros no. Lo mas
sorprendente para todos fue que yo sobreviviera, pero no para mí, sabía que todo se lo
debía a él por lo cual iba a encontrarlo y agradecerle por todo.
Lo busqué en la escuela, pero nunca lo encontré, entre todos los alumnos que asistieron al
homenaje no se hallaba y supe que no pertenecía a esta escuela, ya que todos estábamos
ese día ahí.
Me pase la siguiente semana devanándome los sesos al tratar de averiguar quien era. Tal
vez me estaba obsesionando con él, para no sentir todo el dolor que había en mi corazón,
por la muerte de mis amigos, pero me negué a pensar eso y lo saque de mi cabeza.

Era de noche cuando escuche esa voz, al principio pensé que solo era un sueño, hasta que
abrí los ojos y continúe oyendo esa voz, tan masculina y tranquilizante.
-Julianne, Julianne. Me levante de mi cama, pero no había nadie ahí, mire por todos lados
y obtuve el mismo resultado. – Julianne, ven.
- ¿Dónde estás?, no te veo.
-encuéntrame, encuéntrame Julianne.
Yo fui hasta mi ventanal abrí las ventanas y escrito en el vidrio estaba “ENCUENTRAME”.
No sabía dónde buscarlo, ni siquiera lo conocía, por lo que decidí actuar como si nada
pasara, pero durante toda la semana estuvo pendiente en mi mente.
El domingo por la tarde iba dando un paseo por el zócalo, sintiendo la brisa del viento en
mi rostro, y disfrutando la música que en ese momento se entonaba, ya que es de sobara
conocida que todos los domingos hay un evento en este lugar.
Me senté en una banca y disfrute un rico téjate tal vez este no era de Huayapam, pero
estaba delicioso “la bebida de los dioses”, tal vez si era la bebida de los dioses, me
proporcionaría claridad, pero no, no lo consiguió, razón por la cual me levante y camine
por el andador turístico, al acercarme a la biblioteca Margarita Maza, escuche que alguien
estaba dando una pequeña conferencia sobre lo que se denomina como el factor tercer
hombre, esas palabras llamaron mi curiosidad, por lo cual entre. La persona que daba la
conferencia era una mujer, tome asiento y la escuche.
- Hasta el día de hoy todavía no se ha podido establecer plenamente que es lo que
verdaderamente origina el tercer hombre. Pero lo que se sabe es que el factor del tercer
hombre, como se conoce comúnmente, suele aparecer en los peores momentos que
enfrentan las personas, en casos de vida o muerte. En aquellos momentos en los que
sientes que te falta fuerza y ya no puedes avanzar y quieres dejarlo todo y solo rendirte,
ya que la adversidad que enfrentas es demasiado fatal como para continuar o
simplemente no sabes cómo hacerlo. Según las personas que lo han experimentado,
durante ese momento perciben una Presencia benigna que los acompaña quitando de
ellos ese sentimiento de soledad. O incluso los guía Para que Puedan salir de esto ya sea
solo de forma verbal o incluso a veces apareciendo como un familiar suyo que ya muerto.
Hay muchas teorías acerca de este proceso, se habla de que debido a lo que estás
viviendo en ese momento tu subconsciente hace reaccionar a tu mente y te hace alucinar,
o incluso que se trata de tu ángel de la guarda que cuida de ti y en ese momento de tu
vida quiere ayudarte para que no perezcas, o que eres tú no dejándote rendir.
Toda esa información revolvió mis sentidos, ya no sabia que pensar, por lo cual me
levante y Sali corriendo de ese lugar. No podía ser cierto, no me lo pude haber imaginado

todo este tiempo, él era real, tenia que serlo, yo lo había visto, lo había oído, nunca lo
había visto antes, no podía ser fruto de mi subconsciente, no, me negaba aceptarlo.
Al llegar al zócalo ya había anochecido, ese cielo nocturno tan brillante y hermoso nos
abrazaba, todo aquí parecía una fiesta, con un muy buen ambiente, la música, la gente
bailando y divirtiéndose, los niños jugando sin ninguna preocupación, mientras yo estaba
inmersa en mis pensamientos, y en ese momento rodeada de toda esta gran belleza me di
cuenta de que había olvidado todo lo demás, había pasado ya un mes desde el accidente
y todo parecía indicar que las personas estaban sanando y yo debía hacer lo mismo.
Ahora me gusta disfrutar de las pequeñas cosas que me regala mi ciudad, ya ha pasado un
año y sentada en mi patio bebiendo una taza de espumoso chocolate, pienso en ese día y
en su mensaje, hay veces en que me gusta pensar que en realidad solo era yo, mi mente
no rindiéndose, todo lo que soy mostrarse de tal manera que ayude a las partes que ya no
quieren continuar. Motivándome, apareciendo este tercer hombre para que no me
sintiera sola, mostrándome que en realidad no estoy sola, porque me tengo a mi misma y
eso es más que suficiente, yo misma impulsándome, superándome, alcanzándolo,
sobreviviendo y aguantándolo, porque, aunque crea no saberlo, una parte de mi sabe que
lo puedo todo y solo hacía falta que todo mi ser lo supiera también.
Aunque a veces y solo a veces me gusta pensar que él es mi ángel guardián que me sitio
cuando más lo necesitaba y siempre estará conmigo.

*Integrante del taller Creación Literaria del Instituto Tecnológico de Oaxaca.

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