viernes, 14 de agosto de 2015

Hallan cuerpo de agua debajo de la pirámide de Kukulkán; sería un cenote

Un cuerpo de agua, al parecer un cenote, fue descubierto debajo de la pirámide de Kukulkán, en la zona arqueológica de Chichén Itzá, Yucatán, por un equipo de científicos del Instituto de Geofísica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Se trata de un cuerpo acuoso, algo resistivo a los métodos de indagación utilizados, que se cree no excede de 30 metros en la parte más grande, y de 20 a 25 metros en la más corta, con profundidad estimada de 20 metros que puede ser menor, expresó René Chávez Segura, integrante del grupo de científicos, durante una conferencia de prensa efectuada ayer para dar a conocer el hallazgo.
Los otros integrantes son Gerardo Cifuentes y Esteban Hernández Quintero, también del Instituto de Geofísica; Andrés Tejero Andrade, de la Facultad de Ingeniería, y Denisse Argote, del INAH, apoyado por estudiantes de la UNAM.
Capa caliza de tres o cuatro metros
Chávez Segura señaló que el hallazgo no significa que la pirámide también conocida como El Castillo flote sobre agua. Aparte de que se localiza sobre el lado sureste de la edificación, el cenote no está abierto, pues hay una capa caliza del orden de tres o cuatro metros alrededor de la pirámide. Tampoco creen que esté totalmente lleno de agua, sólo en una tercera parte.
Para el geofísico la cuestión que permanece en el aire es si los mayas sabían de la existencia de este cenote y, si así fue, ¿cómo diablos se les ocurrió construir semejante estructura encima? Es una pregunta que no puede contestar la geofísica, ahora le toca a la arqueología.
En 1997 un estudio geofísico realizado en los alrededores de la pirámide de Kukulkán llamó la atención sobre ciertos vacíos o zonas en las que no había aparente información que se asociaron con una trinchera. En 2014 el actual equipo de exploración decidió retomar el proyecto para lo que se debió diseñar un estudio que no perturbaría el entorno histórico.
El INAH no permitió perforar el terreno, debido a que hay estructuras hasta por centímetros; entonces, diseñaron un electrodo plano que se coloca sobre el suelo.
El equipo primero estudió la pirámide El Osario, a unos 160 metros, que es una versión reducida de El Castillo. Hicieron una tomografía eléctrica que consiste en poner detectores alrededor de la estructura ycon un par de electrodos enviar corriente eléctrica al subsuelo y con otro par medimos la diferencia potencial para ver qué nos daba la resistividad del subsuelo.
Después de abordar la pirámide con 96 electrodos se obtuvieron 8 mil 650 observaciones en cuatro a cinco días, lo que les permitió darse cuenta de la cavidad.
El proyecto fue financiado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, con un monto de 220 mil pesos, aunque requirieron 120 mil adicionales para diseñar los electrodos especiales
Una segunda fase del estudio, que comenzará en octubre, consiste en iluminar la parte interior de El Castillo con la finalidad de determinar los posibles periodos constructivos. Para ello dispondrán de 180 mil pesos, sin embargo faltan 100 mil más.

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