Periódico La Jornada
Jueves 20 de febrero de 2014, p. 27
Jueves 20 de febrero de 2014, p. 27
Nueva York, 19 de febrero.
Megan Rice, monja católica de 84 años, fue condenada a tres años de prisión por un juez federal por un acto de desobediencia civil no violento en la principal instalación de uranio para bombas nucleares de Estados Unidos, en una protesta contra el arsenal nuclear de la superpotencia militar.
Rice fue condenada el martes junto con otros dos activistas: Michael Walli, de 65 años, veterano de guerra de Vietnam, y el pintor Gregory Boertje-Obed, de 58 años, que recibieron sentencias a 62 meses de cárcel, después de ser declarados culpables en el juicio celebrado en mayo por sabotaje, tratar de
dañar la seguridad nacionaly daños a propiedad federal en el Complejo de Seguridad Nacional Y-12 en julio de 2012, instalación de armas nucleares en Oak Ridge, Tenesi. El centro se consideraba uno de los sitios más seguros del país, hasta que los tres activistas desarmados lograron llegar al edificio principal, rociar sangre humana y pintar frases bíblicas y otras como
la fruta de la justicia es la pazsobre el búnker súperseguro.
Los activistas argumentan que realizaron acciones simbólicas de resistencia civil contra lo que consideran un delito moral y en violación al derecho internacional: mantener un arsenal de armas nucleares costosas.
El juez federal Amul Thapar elogió a los tres por su conciencia y su historial de contribución a buenas causas, y expresó su deseo de que las condenas llevaran a que en el futuro los activistas opten por vías legales y participación en el proceso político para lograr sus objetivos. Las condenas fueron mucho menores a las de por lo menos siete años de prisión solicitadas por los fiscales federales.
Rice pidió cadena perpetua al juez y que no mostrara compasión, ya que estaba lista para cumplir con tal condena en protesta contra el gasto de recursos del gobierno en armas nucleares y fuerzas militares, y dijo que ella y sus compañeros
estamos listos para dar nuestras vidas a la próxima generación.
Paul Magno, colega de los condenados, declaró que aunque
sus cuerpos permanecen en prisión, sus voces son libres y nos recuerdan que el punto central de esta acción y el juicio aún no ha sido resuelto: mientras el gobierno produzca armas termonucleares de destrucción masiva en Oak Ridge, o donde sea, la gente está obligada a resistir.
La acción reveló serias fallas de seguridad en lo que se pensaba que era una de las instalaciones más seguras del país, lo que generó investigaciones, mayor capacitación, nuevos sistemas y la anulación de contratos a empresas de seguridad.
Los tres se consideran pacifistas en la tradición radical católica, y todos han estado encarcelados anteriormente por múltiples acciones de desobediencia civil, Rice, incluso por su participación en protestas contra la Escuela de las Américas, donde Estados Unidos capacita a militares latinoamericanos.