sábado, 26 de abril de 2014

Periódico La Jornada
Sábado 26 de abril de 2014, p. 2
Madrid, 25 de abril.
Una lectora española, fiel y devota de la obra de Elena Poniatowska, se seca las lágrimas con un pañuelo mientras intenta controlar la agitación que se expresa en su pecho y en su voz temblorosa:Me falta el aire. Yo sólo la quería abrazar y darle una carta y lo he conseguido, explica Susana Galván instantes después de su encuentro con la escritora, para después recitar de memoria algunos pasajes de los libros más importantes de la autora mexicana.
Otra lectora, en este caso una empresaria, quien acudió a un desayuno en el lujoso Casino de Madrid, tras salir de la emotiva charla simplemente repetía sin cesar: Esta señora es un tipazo.
En el último día de su sueño cervantino, Poniatowska fue propagando por Madrid su sencillez y sus palabras hondas, cargadas de significado, como cuando advirtió a los jóvenes estudiantes de la Universidad Complutense que nunca guarden silencio. Siempre levanten la voz. O cuando habló de esa inmensa lápidaque los mexicanos llevan sobre los hombros, que es el narcotráfico, o cuando confesó que el personaje que más ha marcado su vida y más ha respetado, al servirle además de guía y consejera, incluso después de su muerte, es Jesusa Palancares, protagonista de su novela Hasta no verte Jesús mío,personaje inspirado en la vida de Josefina Bórquez, quien al final de su vida se quedó menudita, logró alcanzar la esencia.
El Premio Cervantes es considerado el Nobel de Literatura en español y, como tal, también provoca que a quien se le otorga despierte un entusiasmo masivo.
Poniatowska, colaboradora de La Jornada, se ha convertido además en la cuarta mujer en recibir ese reconocimeinto, después de la filósofa española María Zambrano, la poeta cubana Dulce María Loynaz y la novelista española Ana María Matute.
El Cervantes también ha servido para prestigiar aún más la literatura mexicana, al ser la quinta figura literaria en obtenerlo, después de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco.
Con su apariencia de abuela paciente –como dijo alguna vez Carlos Monsiváis– y su engañosatimidez distraída y hastaingenuidad bisoña –como han podido constatar muchos de sus entrevistados–, Elena Poniatowska cautiva a España de una forma inédita. Las personas, sus lectores, que crecen por legión, la abrazan, le dedican unas palabras de admiración y respeto, la miran a la cara, le solicitan que apoye su causa o, simplemente, como lo hizo Susana Galván, le piden una firma y le entregan una carta antes de recuperar el aliento en un lugar apartado del bullicio que estos días lleva a cuestas la escritora mexicana.
Contra las palabras que denigran
La primera cita del día de Poniatowska fue a las nueve de la mañana, para acudir a un desayuno con empresarios, gestores empresariales, periodistas y políticos. Era un escenario inédito para ella, quien nunca había asistido a esos convites tan típicos en México y que –según ella– sirven para las intrigas políticas y para conspiraciones.
Recordó que una vez que la invitaron a algún desayuno, cuando todavía vivía su esposo, Guillermo Haro, éste le dijo que les respondiera que ella era unamujer que desayunaba con su marido. Así lo hizo y por eso hasta hoy acude a una cita parecida.
El desayuno fue en el Casino de Madrid y ahí, arropada por el director de la Real Academia de la Lengua, José Manuel Blecua, la novelista habló de todo un poco, pero también sobre la lengua que compartimos y que, a pesar de la invasión de los anglicismos y extranjerismos, se va enriqueciendo. Todo lo que enriquezca a la lengua no hay que rechazarlo, pero yo sí me alegro de algunas palabras que van a morir. Me refiero a las que denigran y son despectivas con las personas, como naco y naquiza que, afortunadamente, en México ya están desapareciendo, dijo Poniatowska, quien además reiteró su cerrada defensa de la ortografía y del buen escribir, al reconocer su profundo desacuerdo al respecto, con el Nobel colombiano Gabriel García Márquez, quien falleció el jueves 17.
Poniatowska derramó su encanto entre los invitados, algunos directivos de importantes empresas –como el máximo ejecutivo en España de la telefónica francesa Vodafone–, así como políticos de diverso credo y periodistas de numerosos medios de comunicación españoles.
Todos ellos tenían preguntas de lo más variadas que iban desde su postura sobre la despenalización del aborto, que ella defendió con un argumento tan sencillo como decir, tras aclarar que es una católica más que va a misa, que era partidaria de que la única que debe decidir sobre su cuerpo es la mujer.
O sobre la guerra del narcotráfico y la cauda de sangre y muerte que ha provocado en México, y que ella reconoció que es un lastre queno hemos logrado superar después de que estallara en los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Poniatowska expresó que el narcotráfico es una lápida sobre nuestros hombros y señaló que un amigo suyo colombiano, quien vivió en carne propia la época más sangrienta de la guerra contra el narcotráfico en su país, le dijo que la situación en México era bastante peor.
Sin embargo, también advirtió: Yo creo en la salvación de México, que es el gran país de América Latina, sin querer menospreciar a ningún otro.
Poniatowska también fue interpelada por otros asuntos domésticos de esa región, como su relación con el régimen de Cuba o su opinión sobre Hugo Chávez y su gobierno bolivariano. En cuanto a la isla, contó el momento que vivió en primera persona, que fue la entrada de los guajiros en La Habana tras el triunfo de la Revolución y aseguró que ella ahora ve a Fidel como un viejito feo que se debió ocupar de heredar su poder a otro cubano y no perpetuarse en el mando.
Y sobre Venezuela y Hugo Chávez, al que definió como un personaje único en la historia, quien supo hacer el bien a losmás pobres de Venezuela, pero también creó a su alrededor un sistema que me asusta.
José Manuel Blecua, director de la Real Academia de la Lengua, había presentado a la galardonada con el Premio Cervantes 2013 poco antes antes a su selecta audiencia, como una escritora con una obra enorme, variada y llena de pasión, al tiempo que recordó la brutalidad de la matanza estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en 1968.
Al respecto, Poniatowska reconoció que todavía queda mucho de ese viejo régimen, pero algo está cambiando, gracias, entre otras cosas, al periodismo que se ejerce desde periódicos como La Jornada o la revista Proceso.
Compartió que No me olvides es su flor favorita y que siempre le rememora cosas bellas de México y de su infancia.
Poniatowska reiteró el compromiso de que todo su legado se quede en México, a pesar de las ofertas millonarias por comprar su archivo, su biblioteca y sus cartas, formuladas por prestigiosas universidades de Estados Unidos, como la de Princeton.Así se fue el tesoro de Paz y de Fuentes, pero el mío no, señaló.
Tras ser despedida con ovaciones, la autora de Flor de Lis firmó libros pacientemente mientras los asistentes al desayuno comentaban, entre ellos, vaya maravilla de mujer,qué nobleza en sus palabras, qué manera de comunicar con el alma humana. O la ejecutiva más elocuente que simplemente repetía sin cesar: ¡Esta señora es un tipazo!
En la Universidad Complutense
Una hora más tarde, Poniatowska cambió el lujoso salón del Casino de Madrid por la Facultad de Filología de la Universidad Complutense, recinto repleto de futuros escritores y que ahora, entre lecturas y estudio, también están en pie de guerra contra la privatización de la educación pública y la intervención policial en su casa de estudios.
Por eso los carteles que anunciaban su homenaje y su visita a sólo dos días de haber recibido el Premio Cervantes, se intercalaban con pintas sobre la movilización estudiantil, con proclamas para resistir frente a los embates del poder.
La primera imagen que vivió al entrar al vestíbulo de la Facultad de Filología fue de un grupo de estudiantes españoles y mexicanos que le daban las gracias por su compromiso y la invitaban a compartir con ellos el ideario y la causa del Movimiento #Yosoy132. Y así lo hizo ella, que, junto con los muchachos, recordó la ola de protestas que se registró durante la última campaña electoral y dijo: Yo también soy 132.
La Jornada de Elena Poniatowska
Después estuvo algo más de media hora firmando ejemplares, hablando con los jóvenes universitarios, quienes además de sus libros leían y se repartían un periódico-homenaje que editaron en la propia facultad y que llamaronLa Jornada de Elena Poniatowska, en reconocimiento a que es el periódico que ha publicado más colaboracionesde la novelista y de las que sacaron algunos fragmentos vitales de su obra, así como fotografías y testimonios de otros autores acerca de la escritora reconocida con el Premio Cervantes de Literatura.
Los estudiantes se acercaban a ella sin cesar, la abrazaban, la miraban a la cara y se volvían, con su dedicatoria, y el rostro iluminado. O, como Susana Galván, quien se quedó literalmente sin aliento, con los ojos llorosos y con el alma compungida. Los organizadores del encuentro tuvieron que poner un límite para que se iniciara el acto y así todos pudieran escuchar en un abarrotado paraninfo las palabras de Poniatowska.
Muchos de los asistentes –más de 500– llevaban un libro de bolsillo o de pasta dura, de la escritora, convertida de pronto en un fenómeno editorial estos días en España.
Tras ser presentada por la catedrática Rocío Oviedo Pérez de Tudela, Poniatowska habló de nuevo de todo un poco, se sentía feliz, rodeada, como ella dijo, detantos rostros llenos de vida e ilusión.
A los jóvenes les pidió, casi suplicó: Nunca guarden silencio. Siempre levanten la voz. Siempre hablen. Siempre indígnense, siempre digan yo estoy aquí. Yo soy. Siempre háganlo porque es la manera de salvarse.
Y les recordó que todos tenemos la posibilidad de imaginación. Lo importante es no asfixiarla y volverse franceses, en el sentido de querer razonarlo todo y encontrarle a todo una lógica. Creo que es bueno que todos seamos de vez en cuanto un poco ilógicos.
Antes de partir de la Facultad de Filología, también le informaron que le concederían el doctorado honoris causa de la Universidad Complutense, que le darán en enero próximo.
Y así, entre más palabras de admiración y elogio, fue despedida con un aplauso de todo el auditorio puesto de pie, que de nuevo celebraban la capacidad de esta escritora de comunicar con el alma más honda del ser humano mediante palabras sencillas.
Así se fue a su última estación antes de emprender el regreso a México, un encuentro con más lectores en el centro cultural de Matadero, donde de nuevo Elena Poniatowska encandiló con su mirada bondadosa a un público que la abrazó y la celebró hasta la extenuación.

Sueño que estoy en EU ganando dólares, no lempiras, dice joven

Los lectores de Poniatowska la celebran en Alcalá y Madrid
Dialogó con estudiantes y profesores
La escritora representa uno de los galardones de más amplio espectro, pues posee tantas vidas y voces que es difícil hacer una síntesis de esa enorme diversidad, define Fernando Galván, rector de la Universidad de Alcalá de Henares
Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 25 de abril de 2014, p. 3
Alcalá de Henares, 24 de abril.
Un día después de una de las jornadas más intensas de su vida, la recepción del Premio Cervantes de Literatura 2013, la escritora y periodista Elena Poniatowska continuó con su periplo por España.
Primero se reunió con jóvenes universitarios y después con lectores anónimos, pero siempre rodeada de personas que la abrazan con cariño y emoción como si ella fuera de su familia, y con la admiración de ver y escuchar a la cuarta mujer en ser reconocida con el máximo galardón de las letras en lengua española y a una de las voces más comprometidas.
Empecé a decir el otro lado de la verdad sin darme cuenta, señaló con su habitual sencillez, tras también hacer un prolijo repaso por los temas que le han llevado a sublevarse con su pluma –o su vieja Olivetti, regalo de su padre o su computadora portátil.
La colaboradora de La Jornada aprovechó un encuentro con estudiantes y catedráticos en la Universidad de Alcalá de Henares y otro con escritores y lectores en el Instituto Cervantes de Madrid para hablar de todo un poco; de su niñez, sorprendida ante los nuevos sonidos, sus visitas a la cárcel para ver a Álvaro Mutis, la brutal matanza de estudiantes en la plaza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, la discriminación de la mujer en México, la creación y la soledad y hasta de su profundo desencanto por la actividad política.
Mexicana universal
Elena Poniatowska, autora de 47 libros y a la que le han concedido 11 doctorados honoris causa, es la quinta figura literaria mexicana en ser reconocida con el premio Cervantes –después de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco–, por eso indicó que su felicidad es inmensa. Estoy muy emocionada, muy agradecida. Camino por las calles y la gente me abraza, me saluda. Ha sido muy bonito. Yo no esperaba nada, así que es inédito esto que me ha sucedido y me llena de alegría. Fue una jornada muy intensa y muy bonita, explicó.
En el salón de actos del Colegio de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá de Henares, la escritora se reunió con un centenar de estudiantes, en un acto que fue presentado por el rector, Fernando Galván, quien elogió su figura y su obra.Hay tantas vidas y tantas voces en la obra y en la vida de Elena Poniatowska, que es muy difícil resumir o hacer una síntesis de esa enorme diversidad. Pero creo sinceramente que este es uno de los premios Cervantes de más amplio espectro. Es una escritora que ha recorrido en su vida y en su escritura prácticamente todos los rincones y resquicios de la experiencia; desde las alturas del arte sublime hasta los abismos sicológicos más profundos y pasando por las realidades más cotidianas y los acontecimientos más cercanos. Es una escritora profundamente mexicana, con ese lenguaje aprendido en la calle, y a la vez es una escritora universal que apela a los grandes temas de la literatura de todos los tiempos y que revela sin alardes ni presunciones un amplísimo conocimiento de familiaridad con obras y autores de otras lenguas y otros territorios, dijo la máxima autoridad del recinto universitario.
Y al ser tan amplio su espectro, Poniatowska respondía a preguntas concretas de los académicos y los estudiantes. Como cuando explicó sus nuevos proyectos literarios, que son dos; uno sobre la historia de su familia, los Poniatowski, que arranca desde una carta de amor escrita a Catalina la Grande; y, el segundo, sobre Lupe Marín tras descubrir –según explicó– queera una mujer mala, una mala madre y que como personaje resultaba muy atractivo.
Precisamente el personaje de Lupe Marín, quien fue esposa del pintor Diego Rivera –con quien procreó dos hijos– le servirá a Poniatowska pararevivir una época de un México que ya no hemos vuelto a conocer. Porque ahora nuestro México es inferior a su pasado en lo que se refiere a arte, quizá no a pensamiento, pero sí a lo que podríamos dar al resto del mundo.
Brutalidad de un régimen
Poniatowska también recordó, a pregunta de una universitaria, la matanza de Tlatelolco que, a su juicio, demostró la brutalidad de un régimen que fue capaz de asesinar a miles de jóvenes. “Este movimiento fue un parteaguas en la vida de México, porque en general en mi país los ciudadanos somos muy respetuosos con el poder. Pero a partir de ese movimiento estudiantil hay más espíritu contestatario y hay más posibilidades de crítica, como se demuestra en la existencia del periódico La Jornada”.
Tras esta reflexión sobre el devenir de los movimientos sociales y estudiantiles, Poniatowska analizó la situación de la prensa en su patria: “En México hay mucho analfabetismo. Los periódicos no tienen grandes tiradas. Hay muchos periódicos y eso no es una buena noticia. Que haya tantas revistas y periódicos creo que es una señal de subdesarrollo porque a veces todos estos medios son un negocio más para defender los intereses del dueño del periódico, como sucedió con el diario Novedades y con sus dueños, la familia O’Farril. Se ve al periódico o a la revista como un negocio más y a veces ni siquiera como un negocio sino como un instrumento para que el dueño defienda sus intereses. Aunque ahora ya hay periódicos que son cooperativas y que pertenecen a los periodistas que forman parte del periódico”.
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Elena Poniatowska, colaboradora de La Jornada, en la Universidad de Alcalá de Henares, donde el miércoles recibió el máximo galardón literario en lengua españolaFoto Reuters
Una reflexión que continuó en el Instituto Cervantes, en su conversación con el escritor de origen catalán Jordi Soler, al recordar algunas de sus primeras experiencias en el periodismo, en una época en la que los periodistas iban a las redacciones con pistola y en la que las mujeres tenían los espacios cerrados.
“Lo mío –explicó Elena Poniatowska– todo surge a partir del periodismo. Empecé a hacer entrevistas acerca de un país que no conocía y como había muy pocas mujeres periodistas tuve la gran suerte de poder entrevistar a Luis Buñuel, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, María Félix, Dolores del Río (...) Y a partir de preguntas babosas tenía un acercamiento un poco impertinente e infantil con el personaje. Como le ocurrió a mi nieta Carmen, cuando ayer le preguntó al rey Juan Carlos, que dónde está tu corona y él le respondió: ‘La traigo doblada en el bolsillo’.
Ese tipo de preguntas te llevan a un acercamiento impertinente e infantil y no se hacían en México, porque había un enorme formalismo. Yo empecé a decir el otro lado de la verdad pero sin darme cuenta de lo que hacía.
Al respecto, recordó la soledad de la creación, de la que también han reflexionado algunas de las figuras que ha entrevistado o estudiado. San Agustín dijo que para crear era muy importante hacer el amor muy poquito o no tener grandes relaciones amorosas. Lo cual fue muy benéfico para Sor Juana Inés de la Cruz, que fue una extraordinaria creadora. En cuanto a mí se los dejo como una pregunta sin respuesta...
Voz contra el racismo
Elena Poniatowska también levantó la voz ante el racismo que persiste en México y que hace que la gente morenatenga mucho menos oportunidades por el mero hecho de su color de piel.
Expresó su profunda desconfianza en la política.Para mí ese mundo es un misterio, lo desconozco y además a los políticos yo les caigo de la patada porque llego y desde un principio les digo la verdad, que usted es bien ladrón.
Aunque reconoció que en la figura de Andrés Manuel Lopez Obrador ve algo diferente. Se enfermó, le dio un ataque al corazón y al día siguiente salió a las calles porque es la gente la que lo alimenta, la gente va naturalmente hacia él y no para pedirle o para ver qué le saca sino porque de veras hay una especie de acción amorosa que yo no he visto con otros políticos. Otros políticos reparten gorras, camisetas, un montonal de regalos... Pero de veras hay una acción. Yo no sé si sería un buen presidente, ni siquiera sé si sería un buen político, pero cuando lo oigo o lo veo creo que lo que él dice es verdad.
En el coloquio universitario también participaron las académicas Rosario Alonso, Sara Poot-Herrera y Raquel Serur, esta última de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien señaló: Si Don Quijote transfigura la realidad del mundo y de las cosas, Elena Poniatowska, con una mirada quijotesca, consigna la realidad de un México al que nunca ha dejado de ver con asombro. Detrás de la mirada de Elena hay la necesidad de dar voz a aquellos que por su pobreza, como Jesusa Palancares, o que por razones políticas, como los estudiantes en 1968, son silenciados en México y a quienes Elena tiene la necesidad de rescatar y devolverles la voz. Aunque sea parcialmente. Devolverles su dignidad y darles la voz en su literatura.
El acto vespertino, en el Instituto Cervantes, hizo una breve intervención el ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente, quien también elogió con vehemencia las virtudes de Elena Poniatowska. “La nobleza de Elena surge porque ella se ha ocupado de darle voz a quienes no la tienen, porque ella ha reivindicado como muy pocos en Iberoamérica a todas esas mujeres, niñas y no tan niñas que han sido víctimas de la injusticia.
Ella ha estado siempre del lado de los marginados y de las desigualdades, pero no en la retórica, en cada una de las palabras que ha escrito, en cada una de las entrevistas que ha hecho, en cada una de las declaraciones que ha pronunciado.

viernes, 25 de abril de 2014

Las voces de Elena Poniatowska
Javier Aranda Luna
C
uando Elena Poniatowska decidió participar en actos de campaña con Andrés Manuel López Obrador y se desató una campaña de odio en su contra, en 2006, le comenté a su amigo Carlos Monsiváis que ese ambiente, ahora sí, le iba a costar a Elena.
–Si me estás diciendo que ya valió, te equivocas. Elena saldrá fortalecida, siempre gana. Elena es emocionante, representa lo mejor del país.
Monsiváis tenía razón. Ocho años después del torbellino de insultos que se multiplicaron en medios electrónicos, columnas políticas a modo, insultos callejeros, amenazas de muerte, no existe escritor mexicano de referencia más conocido que ella. Dentro y fuera del país, si nos atenemos a las constantes conferencias a las que la invitan a Estados Unidos y al Premio Cervantes que acaba de recibir.
Mucho se ha hablado de la quema en efigie de Octavio Paz en un plantón frente a la embajada de Estados Unidos, pero el ataque más virulento y reiterado contra un escritor en este país durante el último medio siglo ha sido el que sufrió Elena Poniatowska por poner sus cartas políticas sobre la mesa cuando apoyó la campaña de López Obrador. Algo no tan común en una cultura más proclive a socorrer al ganador que a hablar claro.
Si uno revisa la bibliografía de Elena Poniatowska se podrá dar cuenta de que ha seguido al pie de la letra el consejo de su amigo Gabriel García Márquez: hacer periodismo para no perder tierra, para conocer la vida menuda, donde se encuentran las grandes historias entre lo cotidiano y lo insólito.
No todos sus libros son periodísticos. No todos son crónicas, reportajes o entrevistas. Amanecer en el Zócalo, La noche de Tlatelolco oTodo México son claros ejemplos de lo que Octavio Paz encontró en la prosa de Poniatowska: el dominio del sutil y difícil arte de escuchar. Para escribir, Elena escucha. Sus libros son textos habitados por muchos.
Algo similar hizo Françoise de Chateaubriand con susMemorias de ultratumba. Consignó todo lo visto y escuchado. Escribió como un ejercicio de memoria y constancia de vida y renovó, de paso, la prosa francesa.
Allí están el imperio napoleónico y su derrumbe, la Revolución francesa, la construcción de América, el oído y los ojos del soldado, el estadista y el escritor que atrapa con prosa magistral parte de la historia contándonos su historia personal.
Ignoro si Elena Poniatowska ha querido contarnos su historia con sus testimonios, entrevistas, crónicas, cuentos y novelas, pero resulta claro que no sólo ha querido ser testigo de la historia, sino protagonista. No debe extrañarnos. En los años 40 del siglo pasado sus padres estuvieron en la resistencia francesa. Ella conduciendo una ambulancia y él como capitán del ejército.
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La escritora dialoga con el monarca, acompañada por sus nietasFoto Notimex
En toda su obra la historia y su historia están presentes. La revolución, desde la mirada de Jesusa Palancares que luchó por un país diferente y justo y murió en la miseria y olvidada por la justicia; la masacre estudiantil de 1968, que fue el detonante de nuestra democracia en La noche de Tlatelolco, texto escrito con muchas voces que nos muestran desde distintas perspectivas ese golpe de barbarie. También están los testimonios del temblor de 1985; la lucha de los ferrocarrileros en El tren pasa primero; el México que ahora nos parece inverosímil de los años 20 en Tinísima, o el de los 50 en Paseo de la Reforma.
Hace tiempo escribí que la prosa de Poniatowska algo debe tener que tantas emociones provoca. Y ese algo es, me parece, la vida que transcurre en sus líneas. En ellas están la indignación y la vocación de lucha, el otro México, el profundo y el de las élites, el arte y sus vértigos que alumbran, la infancia y su lógica absurda por perfecta, las historias personales que retratan a muchas, las voces sin rostro a quienes poco se escucha, la pasión de unos cuantos que hicieron de las causas perdidas en la ciencia o la política, vocación, causa de vida, batalla por lo que no habrán de ver y disfrutarán los que llegarán mañana.
Si algunos escritores, como Monsiváis, se valieron de la prosa para razonar en la plaza pública, Poniatowska ha hecho de la prosa un auditorio, un coro, para encontrar respuesta a sus incertidumbres. Por eso siempre toca tierra y no pierde la perspectiva de la vida en discusiones de salón o de pasillo. Pero ese ejercicio resultaría efímero si sus textos carecieran de imágenes memorables, como aquella de Jesusa Palancares rescatando a pedazos su vida o esas otras donde retrata a una Tina Modotti atenazada por la pasión amorosa y política.
Uno de los mitos más nocivos en el mundo del arte es el que exige su asepsia política. De las obras y sus creadores. Como siLa divina comedia no encerrara una crítica brutal contra politicastros y papas como Nicolás III o Anastasio II y los evangelios no tuvieran otro fin que el proselitismo.
¿Dejaremos de ver la creación de Miguel Ángel por su alto contenido religioso? ¿Al Greco por sus vírgenes y cristos? ¿A ciertos murales de Diego por la exaltación del comunismo? ¿Dejaremos de leer Piedra de solpor su contenido político cuando nos recuerda los bombarderos sobre el cielo de Madrid en 1947?
La vida con banderas o sin banderas es vida. La que milita por la vida misma hechiza, nos atrapa con sus sortilegios, es emocionante. Si los libros de Elena Poniatowska hechizan o causan rechazo es porque están vivos. Qué más da que causen una cosa o la otra. Los libros se miden por la emoción que provocan.
Homenaje y lectura de El Quijote
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La autora de La noche de Tlatelolco a su llegada a la Universidad de Alcalá de HenaresFoto Ap
Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 24 de abril de 2014, p. 6
Alcalá de Henares, 23 de abril.
Elena Poniatowska es la protagonista de los actos que se desarrollan en torno al libro y a la literatura en Madrid estos días. A donde va ella la acompaña un séquito de fotógrafos, funcionarios y políticos, pero también muchos lectores españoles, mexicanos y latinoamericanos que simplemente la quieren felicitar, tomarse una foto o arrancarle un segundo de su ajetreada agenda para que les firme un libro.
Uno de los actos más importantes del Día del Libro en Madrid es la lectura continuada de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, que cada año inicia el galardonado con el Premio Miguel de Cervantes.
Así lo hizo Poniatowska, quien antes de comenzar la lectura fue recibida con aplausos y gritos de ¡Viva México! Después dijo que para ella era un honor leer el primer capítulo de la obra cumbre de Cervantes.
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El rey Juan Carlos se despide de Elena PoniatowskaFoto Ap
Una vez terminada la lectura, se alejó junto con la maraña de funcionarios, fotógrafos y lectores asfixiados que se abrían paso entre la multitud para acercarse a ella, como dos jóvenes de Oaxaca que la abrazaron, o dos profesores españoles que le confesaron su profunda admiración y le regalaron un broche con la inscripción Defensa de la educación pública, una de las principales reivindicaciones ante la reducción presupuestal.Lo estamos pasando muy mal, los recortes son cada vez más insoportables; le pedimos que nos ayude a denunciarlo y a sumarse a nuestra causa, le decían ante la mirada atónica de José María Lasalle, secretario de Estado de Cultura.
También recibe homenajes en las universidades de Alcalá de Henares y la Complutense, con cuyos alumnos se reunirá en los próximos días.

me enorgullece caminar al lado de los ilusos

Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 24 de abril de 2014, p. 2
Alcalá de Henares, 23 de abril.
“El poder financiero manda no sólo en México sino en el mundo. Los que lo resisten, montados en Rocinante y seguidos por Sancho Panza, son cada vez menos. Me enorgullece caminar al lado de los ilusos, los destartalados, los candorosos”, señaló en su discurso de recepción del Premio Cervantes de Literatura 2013 la escritora y periodista Elena Poniatowska.
Vestida con un huipil rojo y amarillo, confeccionado por artesanas de Juchitán, Oaxaca, la colaboradora de La Jornadaentró en el Parnaso de la literatura en lengua española junto a Jorge Luis Borges, María Zambrano, Octavio Paz y José Emilio Pacheco, entre otros.
En el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, donde cada año se entrega ese galardón, Poniatowska recibió los tres objetos que la acreditan como ganadora del premio Cervantes: el acta del jurado –en la que la definen como una de las voces más poderosas de la literatura en español–, la medalla y la escultura acreditativa, obra del español Julio López, y, por último, el estímulo económico.
El reconocimiento se lo entregó el rey Juan Carlos, jefe del Estado español, quien presidió la ceremonia acompañado por la reina Sofía; el presidente del gobierno, Mariano Rajoy; el ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert; el secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle; el rector de la Universidad de Alcalá de Henares, Fernando Galván, y el alcalde la ciudad, Javier Bello.
Poniatowska perfiló el camino al atril o la cátedra del antiguo paraninfo y pronunció un discurso histórico, con el que se convirtió en la primera mujer en hacerlo desde esa tribuna, ya que las anteriores tres galardonadas –la filósofa española María Zambrano, la poeta cubana Dulce María Loynas y la novelista española Ana María Matute– no pudieron hacerlo por diferentes circunstancias.
La autora de La noche de Tlatelolco subió a tribuna e inició su lectura con voz firme y pausada, con una dicción nítida con la que expresó un mensaje pensado y escrito desde hace menos de un año, cuando fue informada de que había sido la elegida para subir a los anales de la literatura.
En su discurso hilvanó todas las preocupaciones, inquietudes, vivencias y sueños con los que ha caminado en sus 82 años de vida; desde su infancia, sorprendida ante los viajes y los descubrimientos de sonidos y países, hasta el dolor de la desesperanza, el hambre, la desigualdad, la discriminación y la violencia que azota a nuestro país, México, donde hay un dios bajo cada piedra.
Sus primeras palabras no estaban escritas ni previstas y fueron para su amigo Gabriel García Márquez, quien murió mientras ella se preparaba para viajar a Madrid a recibir el galardón:
“Quiero recordar a nuestro querido Gabo. Antes éramos los condenados de la tierra, término que acuñó Frantz Fanon al referirse a los países del Tercer Mundo, pero con sus Cien años de soledad García Márquez le dio alas a América Latina. Y es ese gran vuelo el que hoy nos envuelve, nos levanta y hace que nos crezcan flores en la cabeza.”
Después habló de las tres escritoras que la han precedido en el alto honor que hoy recibía –cuatro mujeres frente a 36 hombres desde la instauración del premio en 1976:
María, Dulce María y Ana María; las tres Marías, zarandeadas por sus circunstancias, no tuvieron santo a quién encomendarse y sin embargo, hoy por hoy, son las mujeres de Cervantes, al igual que Dulcinea del Toboso, Luscinda, Zoraida y Constanza. A diferencia de ellas, muchos dioses me han protegido porque en México hay un dios bajo cada piedra, un dios para la lluvia, otro para la fertilidad, otro para la muerte. Contamos con un dios para cada cosa y no con uno solo que de tan ocupado puede equivocarse. Y llegó a Sor Juana Inés de la Cruz, quien contaba con telescopios, astrolabios y compases para su búsqueda científica.
Después recordó sus primeros andares en México, cuando llegó con ocho años de edad procedente de Francia, donde nació y vivió la primera etapa de su vida. Las certezas de Francia y su afán por tener siempre la razón palidecieron al lado de la humildad de los mexicanos más pobres. Descalzos, caminaban bajo su sombrero o su rebozo. Se escondían para que no se les viera la vergüenza en los ojos, señaló. Pero así como relató su asombro ante la sonoridad y el colorido del país al que llegaba, también denunció las penurias de una nación que desde su llegada intentó descubrir conhumildad y curiosidad.
Recordó cuando escuchó por primera vez la palabra graciasen este enorme país, temible y secreto, llamado México, quese extendía moreno y descalzo frente a mi hermana y a mí y nos desafiaba: descúbranme. El idioma era la llave para entrar al mundo indio, el mismo mundo del que habló Octavio Paz, aquí en Alcalá de Henares en 1981, cuando dijo que sin el mundo indio no seríamos lo que somos.
Pero la autora de libros tan cruciales para la historia contemporánea de México, como Fuerte es el silencio,Tinísima o Hasta no verte Jesús mío habló también de los queandan a pie, de los que no tienen voz, como las dos mujeres que fueron asesinadas el pasado 13 de abril en Ciudad Juárez, una de 15 años y otra de 20, embarazada. Y narró: el cuerpo de la primera fue encontrado en un basurero, como síntoma de la descomposición de la violencia que vive nuestro país.
Porque, como ella misma explicó, quienes le dieron la llave para abrir México y descubrirlo fueron los mexicanos que andan en la calle descalzos. Antes de que los Estados Unidos pretendiera tragarse a todo el continente, la resistencia indígena alzó escudos de oro y penachos de plumas de quetzal y los levantó muy alto cuando las mujeres de Chiapas, antes humilladas y furtivas, declararon en 1994 que querían escoger ellas a su hombre, mirarlo a los ojos, tener los hijos que deseaban y no ser cambiadas por una garrafa de alcohol. Deseaban tener los mismos derechos que los hombres, afirmó.
También tuvo un recuerdo especial para los cuatro escritores mexicanos que han ganado el Cervantes: Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco. Y exhibió con orgullo su profesión de periodista, antes de escritora: “Ningún acontecimiento más importante en mi vida profesional que este premio que el jurado del Cervantes otorga a una Sancho Panza femenina que no es Teresa Panza ni Dulcinea del Toboso, ni Maritornes, ni la princesa Micomicona que tanto le gustaba a Carlos Fuentes, sino una escritora que no puede hablar de molinos porque ya no los hay y en cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolsa del mandado, su pico o su pala, duermen a la buenaventura y confían en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan. Niños, mujeres, ancianos, presos, dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como lo pedía María Zambrano, ‘ir más allá de la propia vida, estar en las otras vidas’”.
Por eso, afirmó, “el poder financiero manda no sólo en México sino en el mundo. Los que lo resisten, montados enRocinante y seguidos por Sancho Panza son cada vez menos. Me enorgullece caminar al lado de los ilusos, los destartalados, los candorosos”.
Cómo se pasa la vida
Poniatowska terminó su discurso con un bello recuerdo de su marido Guillermo Haro, quien murió el 26 de abril de 1988: “En los últimos años de su vida repetía las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre. Observaba durante horas a una jacaranda florecida y me hacía notar ‘cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando’. Esa certeza del estrellero también la he hecho mía, como siento mías las jacarandas que cada año cubren las aceras de México con una alfombra morada que es la de la cuaresma, la muerte y la resurrección”.
En respuesta a su discurso, el rey Juan Carlos elogió la obravaliente y rebelde de la novelista y afirmó que la conquista de la libertad y de la igualdad tiene en la obra de Elena Poniatowska una aspiración universal y trasciende los límites de la clase y el género. La lucha social se convierte de este modo en una defensa del entendimiento mutuo, de la solidaridad y del encuentro entre individuos históricamente distantes, para crear un espacio compartido que acoja a quienes lo habitan. En suma, los principios que rigen el universo literario de Poniatowska se identifican con los de una cultura democrática, que configura la equidad, la justicia y la libertad como un deseo posible, como un proyecto realizable dedicado a regenerar la humanidad.
El ministro de Cultura, José Ignacio Wert, señaló que con Poniatowska honramos el espíritu cervantino del idealismo, el profundo y amoroso conocimiento de la realidad del tiempo que le tocó vivir, la oralidad que se hace poesía, el loco quijotismo con el que se enfrenta a lo cotidiano y lo eleva a rango de arte. Premiamos su entrega, su obra, su persona y su dedicación al lenguaje con el que ha construido un México que nos alcanza como una ofrenda hermosa y dolorida, la del espacio al que quiso llegar Cervantes con la esperanza de encontrar su propio territorio de La Mancha, donde se habla el idioma de sus páginas. Este castellano que no fue su lengua materna, y que Elena Poniatowska Amor, escuchándolo, gustándolo y escribiéndolo, hizo suyo, y se hizo suya.
A la sesión solemne asistió la familia de Poniatowska, sus tres hijos y ocho de sus 10 nietos, así como amigos cercanos que la acompañan en el viaje y destacados escritores, académicos y dirigentes políticos de España y América Latina.
Adiós, Gabo
Adolfo Sánchez Rebolledo
M
e hubiera gustado asistir al funeral de Gabriel García Márquez en la fila de los anónimos, aquellos que fueron a Bellas Artes para dejar una flor o un sueño sobre la urna. No me fue posible, pero tuve la satisfacción de ver por televisión a muchos jóvenes dispuestos a ofrecerle la última despedida, prueba de que sigue y seguirá entre nosotros. Requerido por las élites, cortejado por el poder, él obtuvo algo que logran muy pocos grandes intelectuales en la hora final: el reconocimiento popular construido sobre la sólida plataforma de sus millones de lectores.
Se dice que Cien años de soledad marcó el boomlatinoamericano, la explosión mediática de una literatura fragmentada por la geografía e ignorada por el desdén cultural de las metrópolis aburguesadas. Fue entonces que el diluvio del idioma anegó el continente entero. Allí donde florecían las ediciones limitadas, lasplaquettes y las traducciones comerciales del más recientebest seller, la novela vendió millones de ejemplares de la noche a la mañana a un público ávido de otras cosas. Por eso, cuando el Premio Nobel toca a García Márquez, éste es ya un personaje popular, reconocible y querido a la vez. El escritor, el contador de historias, el apasionado del cine, el hombre humilde capaz de bailar la cumbia y disertar sobre el idioma ya es, cuando recibe el premio, la voz legítima, reconocible, de toda esa gente al sur del río Bravo cuya realidad se resiste a encorchetarse en el folclorismo o la redención imitadora. En un continente desolado por la injusticia y el miedo, la cultura propicia renacimientos, estimula esperanzas y libera convicciones, adquiere la fuerza de una llama política. Gabo vive ese compromiso a través del periodismo que nunca abandonará, incorporándolo al curso más ancho de su quehacer literario.
Con su presencia, pero sobre todo con sus luminosos relatos, el colombiano García Márquez se identifica con un nosotros incluyente y, al lograrlo, los castillos encantados de su imaginación se convierten en referentes universales, en selvas y mares sólo anticipados por la poesía. De Aracataca-Macondo, del Caribe compartido, Gabo nos trae la alegría de ser, un modo de estar en nuestra circunstancia sin oprobiosos localismos provincianos pero cargado de tragedias seculares; la genealogía increíble de los Buendía es tan verosímil como la utopía que nos inspira la esperanza de su hipotética realización.
El domingo pasado publiqué en el Correo del Sur, suplemento de La Jornada Morelos, un par de textos de y sobre García Márquez, para los cuales escribí el siguiente comentario: De sus novelas, cuentos y grandes crónicas la opinión general es inmejorable: Gabo está a la altura de los clásicos, pero la unanimidad titubea cuando se trata de las amistades políticas del autor, por no hablar de las ideas e ideales políticos que mantuvo en las buenas y en las malas de una larga vida plena de vivencias, asumidas con coherencia, sentido del humor y sensatez. Más que padecer de la impropia fascinación por el poder que algunos críticos esbozan como explicación de su compromiso político, García Márquez se propuso ser útil allí donde podía serlo, sin claudicar en sus posiciones. Su actitud se atuvo a los principios que le orientaron sin dañar a persona alguna, antes al contrario, siempre tendió la mano para zanjar problemas o salvar vidas. Y ahí, si se quiere, hay un mérito reconocible entre tanta hipocresía.
Mirando a la gente hacer turno para entrar a Bellas Artes me anima la calidez de la adolescente que da cuenta de sus lecturas del maestro, la discreta solemnidad de quienes asombrados lo leyeron el siglo pasado sin olvidarlo en la tercera edad. La austeridad del desfile se compagina con la felicidad del vallenato sonando en la tarde, despostillando el dolor con una suerte de austera felicidad en la Alameda. Todos buscan ese último lazo personal, subjetivo, irreductible a la barataria mediática que patina en el hielo de los inevitables lugares comunes. Me siento conmovido con la imagen que muestra a la familia –Mercedes y sus hijos–, serenos frente a la urna que guarda las cenizas. Como en la calle, allí también el duelo convierte al otro en parte de uno mismo sin negar sus atributos esenciales. Signo de madurez, México es la patria distinta que le abrió los brazos al errante colombiano sin exigirle exclusividad o pleitesía y, al hacerlo, comparte el dolor filial, la solemnidad de la ocasión, pero también la gracia de un momento de extraordinaria comunión latinoamericanista. La presencia del presidente Santos le dio ese toque único al homenaje.
PD. El Premio Cervantes a Elena Poniatowska da alegría y esperanza.
Realizan en Bogotá jornada deGabolectura de El coronel no tiene quien le escriba
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Un estudiante organiza libros de Gabriel García Márquez en una escuela en Bogotá. El Ministerio de Cultura de Colombia fomenta la lectura de las obras de Gabo, quien murió el 17 de abril en la ciudad de MéxicoFoto Ap
Agencias
 
Periódico La Jornada
Jueves 24 de abril de 2014, p. 4
Colombia y Venezuela rindieron este miércoles homenaje a Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura, fallecido el jueves pasado a los 87 años en la ciudad de México, como parte de las celebraciones del Día Internacional del Libro.
En Colombia se realizó una lectura colectiva de El coronel no tiene quien le escriba, que inició el presidente Juan Manuel Santos, mientras en Venezuela, en plazas y bibliotecas se retomó la obra del autor de Cien años de soledad, horas después de que el presidente de ese país, Nicolás Maduro, anunció que se editará la biblioteca de García Márquez para regalarla a los venezolanos.
En el contexto del Día del Libro y del Día del Idioma, Santos comenzó la lectura de El coronel no tiene quien le escriba, en una ceremonia realizada en el auditorio Germán Arciniegas de la Biblioteca Nacional, ubicada en la capital de Colombia, que fue decorada con flores amarillas y un retrato de García Márquez.
En una biblioteca del sur de Bogotá, escolares, pensionados, enamorados y hasta un gallo participaron en la lectura de ese libro.
Bautizada como Gabolectura, siguió en voz de la esposa del mandatario, María Clemencia Rodríguez, y la ministra de Cultura, Mariana Garcés.
Esta iniciativa busca fomentar la lectura de las obras de García Márquez, y en ella participaron funcionarios, escritores y periodistas; se tenía previsto que se realizaran acciones similares en las embajadas colombianas en el mundo.
Para esta jornada deGabolectura se distribuyeron 15 mil ejemplares de El coronel no tiene quien le escriba en las bibliotecas públicas de Colombia, que suman mil 404, además de que la lectura se realizó también en escuelas. Entre las actividades programadas para recordar al Nobel colombiano se encuentra la proyección de documentales y música compuesta en honor deGabo, que también se realizará en la Biblioteca Nacional, donde se montó una exposición fotográfica, y la televisión pública transmite películas, documentales y entrevistas realizadas a y acerca del escritor.
Gabo vive en la escuela
En Aracataca, donde nació Gabriel García Márquez, el Ministerio de Educación Nacional de Lectura y Escritura puso en marcha el programaGabo vive en la escuela.
Además, la Biblioteca Nacional tiene preparada una muestra de las más de cien obras que formaron parte de las lecturas de García Márquez en diferentes etapas de su vida. Esto se realizará durante la Feria del Libro que comenzará el miércoles 29 en Bogotá, donde también se impartirán talleres infantiles y juveniles para acercarlos a la obra garciamarquiana.
En Venezuela, todas las plazas Bolívar del país, además de bibliotecas y parques públicos, fueron el escenario para lecturas colectivas de diferentes textos de Gabo, quientejió en su obra un sitial de la identidad latinoamericana sin frontera, reconocida por sus paisajes, su cotidianidad, su habla, fue un gran recogedor de la oralidad, dijo Yordana García, directora de la editorial El Perro y la Rana, que pertenece al Ministerio de Cultura.
La editora añadió que la jornada de homenaje a Gabo se extenderá hasta el sábado con la realización de una peña en la que participarán poetas y músicos, entre ellos una banda de vallenato, y llamó a los venezolanos a “celebrar con música la palabra de Gabo, y sumarnos al adiós a uno de los más destacados exponentes de la literatura universal”.
El martes por la noche, durante su programa de radio semanal, el presidente venezolano Nicolás Maduro, anunció que el Ministerio de Cultura será el responsable de editar la biblioteca García Márquez que será distribuida de manera gratuita a los venezolanos para que cada familia tenga una biblioteca que pase de generación en generación, de mano en mano, para que toda esa luminosa literatura, que expresa lo que somos, pueda permanecer en el tiempo.
Gabriel García Márquez, dijo el mandatario, “expresó la realidad de lo que éramos. Desde Venezuela siempre recordaremos al Gabo que tanto hizo para la construcción de lo que hoy somos en todo el continente”.
Maduro indicó que había enviado una carta de condolencias a la familia del autor de Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos del cólera.
En Cuba, donde el lunes pasado se informó que el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano que se desarrollará en diciembre de este año será dedicado a García Márquez, la agencia Prensa Latina dio a conocer este miércoles la historia de Amaranta, bautizada así por el personaje de Cien años de soledad. “Nunca pudieron imaginar Odalis (la madre) y Amaranta que, paradas un día en el separador de la Calle 31 en el reparto capitalino de Buenavista, verían pasar en un auto al afamado autor, quien miró en dirección a la joven mamá cuando le decía a su hija de ocho años: ‘Mira Amaranta, ahí va García Márquez’”.
El escritor colombiano entonces hizo lo imposible por conocer a la niña, y pidió en la televisión local que se comunicaran con el Canal Habana.
Finalmente se conocieron, en una visita de media hora queGabo realizó a la casa de las dos mujeres, y le firmó un ejemplar de Relato de un náufrago, con una dedicatoria que dice: La flor más bella para Amaranta, la niña más bella. Con un beso, Gabriel, 2001.
García Márquez también ofreció apoyar la educación de Amaranta, que hoy estudia el segundo año de medicina en el Instituto Victoria de Girón, en la capital cubana.