viernes, 14 de junio de 2013

Sobre educación de "vanguardia"

La Jornada
Carlos Fazio
 
 
Para la Secretaría de Educación Pública (SEP), cada cambio de gobierno significa un nuevo comienzo. Con Enrique Peña no podía ser diferente. La imposición de la contrarreforma educativa es un problema político. La creación de un servicio profesional docente busca fijar los términos de ingreso, promoción y permanencia de los maestros sobre un esquema de medición y evaluación estrictamente técnico. Como parte central de un aparato de supervisión y vigilancia, la evaluación formalista, vertical y persecutoria de maestros quedó en manos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), como mecanismo de control centralizado y principal vía de injerencia del gobierno federal en la enseñanza.
Más allá de la retórica gubernamental, el aspecto medular de la contrarreforma es transformar el sistema educativo en una empresa privada según los lineamientos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), donde el control de los empleados (maestros) será con base en resultados, premios y castigos. ¿Qué significa evaluar a los maestros? ¿Se medirán sus habilidades cognitivas, sus conocimientos sobre los contenidos generales de los programas, lo que saben sobre pedagogía y sicología, su manejo de didáctica y metodología, su quehacer en el aula? ¿Qué parámetros habrá de considerar la evaluación y con qué finalidad? ¿Dónde quedaron los niños, actores principales del proceso de enseñanza-aprendizaje?
Como tendencia, la contrarreforma educativa parece encaminarse hacia el modelo de vanguardia del siglo XXI: el Sistema UNO del Grupo Santillana, integrante del Grupo Prisa, el corporativo privado con más poder en la industria de medios en español, dueña de periódicos, televisoras, editoriales de todo tipo (Aguilar, Alfaguara, Santillana, etcétera), empresas de entretenimiento y radiodifusoras en varios países y asociada en México con Televisa, en su sección de radiodifusoras.
Con eje en dos programas, el Sistema Educativo por Competencias (SE) y el Bicultural English Program (BE), UNO gestiona, además, la digitalización de la escuela, la formación permanente de toda la comunidad y la evaluación constante de sus acciones, y busca educar a los niños para ser ciudadanos integrales, competitivos y felices. En rigor, se trata de un modelo empresarial que establece una relación inicial de alianza económica con los dueños de las escuelas privadas, para convencer a los directivos, maestros y padres de familia de ser parte de un proyecto para soñadores que actúen; pero su objetivo final es la enseñanza pública.
La vanguardia consiste en digitalizar las aulas. Sólo que los padres son quienes pagan tal digitalización y una serie de servicios de evaluación para sus hijos y formación para ellos (padres), en un paquete con costos que se incrementa cada ciclo escolar: libros de texto integrados para las materias de lengua madre e inglés; renta anual de Ipads (Apple) compartidas en los grupos; evaluaciones estandarizadas con las empresas con quienes Sistema UNO se va asociando (Cambridge University en la certificación de inglés; Apple en digitalización; Avalia y Lexum en el proceso de evaluación; Discovery en ciencia y tecnología en Tv, y la Universidad de las Américas Puebla en capacitación). Además de congresos mediáticos masivos para directores y maestros, y talleres escuelas para padres, que giran alrededor de un idealismo mercantilista con eje en el sueño del cambio educativo, que obtura cualquier posibilidad de pensamiento propio.
Desde 2011, sin contar con una metodología de enseñanza, mapa curricular de contenidos o un programa de desarrollo de habilidades, la manipulación de la publicidad mediática generada por la editorial Santillana alrededor del Sistema UNO Internacional ha logrado que las políticas educativas en escuelas privadas de México, Argentina, Brasil, Ecuador, Colombia, Guatemala, El Salvador y Honduras se den con base en parámetros empresariales homogeneizadores encubiertos, que omiten discutir el nuevo modelo de escuela y los paradigmas teórico-metodológicos y pedagógicos acordes a la situación específica de cada país.
Según el argentino Pablo Doberti, ex director de Santillana Venezuela y director general de Sistema UNO −quien junto con los mexicanos Ricardo Rubio y Leonardo Kourchenko (vicepresidente de información internacional de Noticieros Televisa) forman el cuadro de conferencistas magistrales−, tanto en México como en Brasil los modelos tradicionales de enseñanza fracasaron y el reto, hoy, está en enfrentar lo digital, el desarrollo de competencias y hacer ciudadanos globales (sic), ya que el problema es homogéneo en toda Latinoamérica.
Además de omitir las particularidades específicas y particulares a cada escuela, población, ciudad y país, la homogeneización implícita en el discurso vago y hueco de Doberti anula los procesos individuales que supone la construcción de conocimiento en las aulas. En particular, el hecho de que hacer propia una competencia genera heterogeneidad en el grupo escolar, ya que las condiciones y circunstancias propias de cada alumno afectará su nivel de adquisición de conocimiento.
Centrar el cambio en lo digital enfoca la solución hacia un lugar tramposo: lo digital dentro de un marco económico-empresarial utilizado como eslogan mercadotécnico compartido por un buen número de instituciones educativas privadas y padres de familia ávidos de escalar niveles sociales y culturales elitistas de primer mundo. Sólo que ese enfoque tecnológico −con eje en la superficialidad técnica del Ipad−, deja a un lado toda una dimensión ética, política, cultural y social de pobreza y exclusión generalizadas. ¿Qué función cumple el Ipad en el proceso de aprendizaje de los niños? ¿Dónde queda la posibilidad de representación, imaginación y juego simbólico en el prescolar? ¿Dónde, el papel del maestro como guía y conductor mediante la creación de situaciones didácticas y un largo etcétera?

miércoles, 5 de junio de 2013

México SA


Carlos Fernández-Vega
 
Aunque parezca increíble, otra empresa mexicana ha pasado a ser propiedad de una trasnacional, y el mismo un grupo empresarial autóctono por enésima ocasión se le escapa al fisco por tratarse de una operación de compra-venta realizada en el mercado mexicano de valores, el cual, para esos efectos, está libre de cualquier gravamen.
Aunque el anuncio oficial se hizo público desde junio del año pasado, sólo hasta ayer se concretó la compra-venta de acciones del Grupo Modelo por parte de la cervecera belga Anheuser-Busch InBev. Por las gracias de la ley fiscal y las artes del mercado bursátil, la parte vendedora, la mexicana, se ahorrará el pago de aproximadamente 5 mil 400 millones de dólares, un monto que supera la captación alcanzada por el recientemente concluido programa Ponte al Corriente, que en febrero pasado puso en marcha el presidente Enrique Peña Nieto, por medio del Sistema de Administración Tributaria (SAT).
Así de simple y de sencillo: unos se truenan los dedos para exprimir las piedras y tener con qué pagar al fisco, mientras otros lo evaden legalmente, y en proporciones fantásticas (recuérdese el reciente caso, que no el único, de Televisa a quien le quitaron la molestia de pagar 3 mil millones de pesos en impuestos). Y después la autoridad se queja de que las cuentas no salen, que la captación fiscal desciende y que no alcanza para sufragar el ritmo de vida de la cada vez monárquica clase política mexicana.
La historia es la siguiente (La Jornada, Juan Antonio Zúñiga): al término de una absorción que se prolongó por espacio de un año, el Grupo Modelo, el mayor productor y distribuidor de cerveza en México, pasó a poder del gigante Anheuser-Busch InBev, el cual detenta 95 por ciento de sus acciones. La operación, iniciada mediante un comunicado dado a conocer a mediados de junio de 2012, culminará formalmente el próximo 4 de junio, cuando se liquide la compra de 45 por ciento de las acciones de Modelo que no estaban en poder de AB InBev, las cuales fueron adquiridas a través de un oferta pública de adquisición comenzada al inicio de mayo reciente.
Durante ese mes se compraron mil 966 millones 744 mil 40 acciones, que representan 45 por ciento del capital social de la ex empresa mexicana, a un precio de 9.15 dólares cada una, en una operación que dejará unos 17 mil 995.7 millones de dólares a los ex propietarios de esos títulos. Una vez concluida, ésta será la mayor transacción realizada en las historia de más de un siglo de la Bolsa Mexicana de Valores y estará libre de impuestos. Para el 5 por ciento restante de las acciones se abrirá un periodo de 25 meses para que sus propietarios las vendan a AB InBev que ofrece pagar 9.15 dólares por título.
Esa es la historia del México equitativo. A la memoria rápidamente acuden tres hechos similares: la compra-venta de Banamex en 2001 (12 mil 500 millones de dólares), la de Bancomer en 2004 (4 mil 100 millones de billetes verdes), y la de Femsa (división cervecera, por cerca de 7 mil millones). Los adquirentes fueron Citigroup y Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, respectivamente, que se quedaron con la rebanada más gruesa del otrora sistema bancario mexicano. Los vendedores (Roberto Hernández, Alfredo Harp Helú, Lorenzo Zambrano, entre otros, por lo que hace a la primera de las instituciones citadas; Eugenio Garza Lagüera y sus muchachos de Monterrey, por la segunda) dejaron de pagar impuestos por algo así de 3 mil 750 y mil 230 millones de dólares, en cada caso. Los de Femsa ni de lejos pasaron al SAT para dejar sus poco más de 2 mil millones de dólares en impuestos
Entonces, sólo en esas cuatro operaciones de compra-venta (Grupo Modelo, Femsa, Banamex y Bancomer), vía Bolsa Mexicana de Valores, el erario nacional dejó de captar cerca de 13 mil millones de dólares, un monto que bien pudo aprovecharse para el desarrollo educativo y tecnológico del país, o cuando menos para construir una refinería de muy buen tamaño y capacidad, y así reducir la creciente dependencia de combustibles importados.
Pero no, porque como diría el clásico: en esta granja muy pocos animales importan más que otros, y por una casualidad de la vida en esta operación de compra-venta de Grupo Modelo aparece no sólo la mujer más rica de México (por lo visto es fácilmente explicable por qué lo es), sino una de las beneficiarias de la venta de Banamex, en 2001, libre de impuestos. Y esta señora no es otra que María Asunción Arámburuzavala.
Y como por arte de magia, también, ahora la trasnacional belga Anheuser-Busch InBev hereda de Grupo Modelo todas las facilidades (llamémoslas así) tributarias que gozaban su ex propietarios mexicanos, entre otras la de la consolidación fiscal, algo que ni de lejos pueden solicitar los mexicanos que a duras penas, y al borde de un ataque de nervios, pudieron ingresar al programa Ponte al Corriente y pagar, así sea parcialmente, sus adeudos con el SAT.
Entre los alegres mexicanos que gozan de la exención fiscal por la compra-venta descrita, figuran Carlos Fernández González, hasta ayer, cuando menos, presidente del consejo de administración del Grupo Modelo, cuñado de la citada señora Arámburuzavala y accionista de Televisa. Otro que dobletea, fiscalmente hablando, es Alfonso de Angoitia Noriega, accionista de esta cervecera y –por otra casualidad de la vida– vicepresidente Ejecutivo y miembro del Consejo de Administración y del Comité Ejecutivo de Grupo Televisa.
Entre los ganadores aparece (consejero propietario patrimonial) el ilustre Jaime Serra Puche, ex secretario de Comercio en tiempos de Salinas de Gortari (negociador del TLCAN) y efímero ex titular de Hacienda en tiempos de Ernesto Zedillo. Parece que a él también le toca algo del beneficio fiscal y otras menudencias. Otro que con el tiempo logró dobletear magia fiscal es Valentín Díez Morodo, ex accionista de Banamex, en tiempos de Roberto Hernández, y ahora vendedor de sus títulos en Grupo Modelo.
Y para qué seguirle, si siempre son los mismos. Sirva de botana que entre los consejeros propietarios patrimoniales del Grupo Modelo aparecen Alberto Mulas Alonso, quien tuvo la dicha de ser el director de Activos Corporativos del Fobaproa, y Marcos Achar Levy, director de Grupo Comex y promotor de la inenarrable Josefina Vázquez Mota.
Entonces, mexicanos cerveceros, ¿quién, pues, osa decir que el modelo económico mexicano no sirve? Se nota que los quejosos son los que están totalmente fuera del circuito.
Las rebanadas del pastel
El presunto líder panista Gustavo Madero asegura que el Pacto por México está en peligro todos los días. Bueno, es cuestión de acomodar las palabras, porque lo cierto es que los mexicanos, todos los días, están en peligro por el pacto.